Un vídeo muestra cómo una escuela sometió a siete horas de descargas a un joven autista

Imagen del reportaje de FOX que muestra las descargas a las que se sometió al joven André McCollins en la escuela para discapacitados Rotenberg (en EE UU).
Imagen del reportaje de  FOX que muestra las descargas a las que se sometió al joven André McCollins en la escuela para discapacitados Rotenberg (en EE UU).
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Imagen del reportaje de FOX que muestra las descargas a las que se sometió al joven André McCollins en la escuela para discapacitados Rotenberg (en EE UU).

El joven autista de 18 años André McCollins llegó en octubre de 2002 a su clase. Cuando al entrar se negó a quitarse el abrigo, un grupo de cuidadores le llevó a una sala, le ató y le sometió durante siete horas a 31 descargas eléctricas, sin comer, ni atender a sus necesidades. Al recogerle, la madre de McCollins le llevó a un hospital donde se le diagnóstico "estrés agudo". Pasó tres días en coma y quedó inválido, según informan los medios de EE UU.

Este martes, en el transcurso del proceso que juzga los hechos en el estado de Massachussets (EE UU), el jurado pudo ver el vídeo de esas torturas —desde hace dos años, la ONU considera así estas prácticas— que fueron grabadas por una cámara de la escuela para discapacitados Rotenberg, en la localidad de Canton. El vídeo  —y los manifiestos gritos de dolor de McCollins— ha causado gran impacto tanto dentro de la sala judicial como a nivel social, una vez ha sido hecho público.

El psicólogo de la institución educativa, James Riley, testificó que se sometió a McCollins  a ese tratamiento para evitar que se hiciera daño a sí mismo y a otros. Sin embargo, cuando fue preguntado por si habían preguntado al joven por qué no se quitaba el abrigo, la respuesta fue clara: "No".

La escuela Rotenberg es un centro conocido por utilizar métodos muy cuestionables, incluidas las descargas eléctricas, para modificar el comportamiento de sus alumnos. Un medio digital de EE UU, Mother Jones, aseguró en 2007 que "aproximadamente la mitad de los 234 internos habían recibido descargas, incluidos algunos de nueve y diez años".

El centro ha defendido que sus terapias han sido supervisados por comités de derechos humanos, psicólogos y médicos.

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