En los 27 años se convirtió en un referente del arte alemán de principios del siglo XX. El pintor alemán August Macke (1887-1914) fue una de las cabezas visibles del grupo de artistas expresionistas Der Blaue Reiter (El jinete azul) y evolucionó en pocos años del impresionismo al fauvismo y el cubismo temprano, dejando una valiosa colección de obras.
Su mejor amigo, el pintor Franz Marc, se refería a él como August Vonderfarbe (Algo así como August del Color), como otorgándole un título nobiliario por los tonos vivos de sus cuadros. Los dos murieron el mismo año, en el frente, luchando en la I Guerra Mundial. Se habían alistado por fervor romántico y pronto vieron cómo su idea inicial de la batalla era muy diferente de lo que se fraguaba en los sangrientos combates.
Con motivo de los 125 años del nacimiento del artista, la casa-museo de Macke (August Macke Haus), en la ciudad alemana de Bonn, presenta en August Macke unterwegs (August Macke de viaje) una colección de dibujos que sirven de testimonio de sus impresiones en el extranjero. Son apuntes rápidos de todo lo que entusiasmó al pintor, ávido de sensaciones y conocimiento.
A pesar de haber muerto en la juventud, tuvo tiempo de viajar, desde 1904, una vez al año. Sus primeros destinos fueron la región de Eifel (en el oeste de Alemania, cerca de Bélgica), dominada por paisajes de colinas. Más tarde llegó la ansiada Italia, una visita obligada para todo artista en la época. Allí hizo apuntes, cerca de Nápoles, del monte Vesubio erupcionando. Londres y sobre todo París, como centros de la vida cultural, también captaron la atención de Macke: las calles, los museos, las galerías y los artistas que conoció en las dos capitales europeas tuvieron influencia en la rápida evolución de sus cuadros.
El único destino fuera de Europa
Pero el último viaje que hizo fue el más enriquecedor. En abril de 1914, cinco meses antes de morir, visitó Túnez. Los pintores suizos Paul Klee y Louis Moilliet fueron sus acompañantes en el primer y único viaje que Macke hizo fuera de Europa. Se sumergió con pasión en paisajes y culturas que le eran ajenos y, con un entusiasmo infantil, captó impresiones visuales de colores y luces que veía por primera vez.
La muestra, en cartel hasta el 28 de mayo, presenta dibujos y acuarelas rápidas, movidas por la agitación del encuentro con lo poco habitual. Son piezas que influyeron en las reposadas obras definitivas de Macke. Además, la casa-museo incluye cartas, guías de viaje, documentos y postales escritas a amigos y familiares.
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