Los toxicómanos siguen en el poblado de Las Barranquillas pese al cierre de la narcosala

  • Mes y medio después del cierre de la instalación, la degradación se extiende por todo el poblado de Vallecas, que se está volviendo a ocupar.
  • La Comunidad cerró la instalación alegando que el plan de erradicación del chabolismo del Ayuntamiento había eliminado este enclave marginal.
Dos toxicómanos rebuscan entre la basura junto a los restos de la narcosala de Las Barranquillas.
Dos toxicómanos rebuscan entre la basura junto a los restos de la narcosala de Las Barranquillas.
JORGE PARÍS
Dos toxicómanos rebuscan entre la basura junto a los restos de la narcosala de Las Barranquillas.

Las cosas no han cambiado demasiado en el poblado de Las Barranquillas (Vallecas), mes y medio después de la clausura de su narcosala. En el lugar donde se ubicaba la instalación yacen los escombros, por encima de los cuales emerge una pequeña caravana.

Se trata de un punto de venta de droga para los toxicómanos que aún quedan en el lugar. "Junto a la narcosala se echaron abajo algunas de las tiendas donde vivían, pero en cuanto la Policía está unas semanas sin aparecer lo repueblan", explica uno de los extrabajadores de la instalación a 20 minutos.

La narcosala, una nave de unos 200 metros cuadrados, se abrió en el año 2000 por el Gobierno regional. Se trataba de un sitio donde los toxicómanos podían consumir su droga, recibir tratamiento médico, alimentarse y dormir bajo la atención de 40 trabajadores sociales. "El problema no es solo el cierre de la instalación. También están clausurando pisos de reinserción social. Todos estos recortes dejan a los toxicómanos desamparados", explica el mismo extrabajador.

Una vuelta por el minipoblado da una idea del grado al que está llegando la marginación. Hay algunas chabolas semiderribadas, puntos de venta de heroína..., incluso una vaquería cuyos animales pastan al lado de las jeringuillas y la basura.

"Algunos vuelven"

Cerca de la antigua narcosala, un par de individuos recogen residuos que luego llevan a su tienda. "¡No quiero hablar con vosotros!", exclama uno, con fuerte acento gallego. "¡Estoy hasta los c... de los periodistas!", apostilla. El otro parece más dispuesto a socializar: "Aquí solo quedan cuatro gatos. Se han ido a Valdemingómez, aunque algunos vuelven". Poco después aparece un elegante vehículo, de donde sale una chica con poca pinta de vivir en el poblado. "Tu hermano no ha aparecido aún por aquí", le dicen.

"La gente que se queda lo hace por una cuestión de seguridad. Pese a la marginalidad, Las Barranquillas es bastante menos peligrosa que Valdemingómez", explica otro empleado social.

Policías contra las cundas

La Delegación del Gobierno en Madrid anunció la semana pasada que aumentará la presencia policial en el barrio de Embajadores para "sacar" de la zona a las cundas (vehículos que se ofrecen a llevar a los toxicómanos a la Cañada Real o a Las Barranquillas para comprar droga). También se ha anunciado un posible incremento de los controles de toxicomanía.

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