Las Polaroid íntimas de Philip-Lorca diCorcia

  • El fotógrafo de la teatralidad realista expone un centenar de instantáneas.
  • La colección se titula 'Roid' ('Parranda') y es un recorrido por toda su carrera.
  • Un gran parte de las obras son inéditas. Se exponen en una galería de Londres.
Una de las Polaroid de la exposición Roid, de Philip-Lorca diCorcia
Una de las Polaroid de la exposición Roid, de Philip-Lorca diCorcia
Philip-Lorca diCorcia. Courtesy the Artist, Sprüth Magers Berlin London and David Zwirner
Una de las Polaroid de la exposición Roid, de Philip-Lorca diCorcia

Philip-Lorca diCorcia (1951, Hartford-Connecticut, EE UU) es uno de los fotógrafos más singulares de las últimas décadas. Heredero de la mirada documental de Robert Frank y Garry Winogrand, ha dado una vuelta de tuerca al realismo emocional de estos para construir fotografías cuidadosamente estudiadas y épicas en el sentido cinematográfico. A su estilo se le ha llamado teatral porque permite la coexistencia del hecho y la ficción.

Dicen que diCorcia se concentra en lograr una docena de buenas fotos por año. Que le basta esa cantidad. Por eso estudia de manera casi neurótica la foto que tiene en mente antes de realizarla.

Su estilo ha renovado la foto callejera al combinar de forma muy selectiva la luz articial de focos o flashes estroboscópicos con la natural. Cada imagen podría ser el fotograma de una película.

Pruebas de luz, de encuadre y composición

En el proceso previo para preprar las fotos utiliza película instantánea Polaroid para medir la luz, comprobar el cuadro, instrumentalizar la composición o estudiar a los personajes retratados, esa gente en permanente melancolía y tensión que puebla sus retratos.

En la sede de Londres de la galería Sprüth Magers se exhiben un centenar de esas Polaroid. La colección se llama Roid (Parranda) y es un recorrido por toda la carrera del artista, una especie de makin off de sus series más conocidas, realizadas durante los últimos treinta años.

El centenar de instantáneas de Roid están montadas sobre un riel de aluminio que atraviesa, a media altura, todas las paredes de la galería, dando así la impresión de continuidad -también muy cinematográfica- que diCorcia buscaba conseguir en la muestra.

Buscavidas sexuales

La impresión es fuerte y está muy conseguida. Junto con Polaroid disparadas durante las series Family and Friends (retratos muy tetrales de sus amigos y familiares, tomados durante los años setenta y ochenta del siglo XX), Hustlers (sobre los buscavidas sexuales de Hollywood) o Streetwork (foto de calle como si se tratase de cine), la exposición de Londres, como si se tratase de una agenda de notas, está punteada por imágenes de momentos de descanso, detalles, flores, vistas desde ventanas de aviones...

DiCorcia comenzó a interesarse por la fotografía en la Universidad de Hartford, a comienzos de la década de 1970. Luego se matriculó en la escuela del Museo de Bellas Artes de Boston, donde se diplomó en 1975. Continuó su formación en la Universidad de Yale, en la que obtuvo el máster en fotografía eb 1979. Su tesis doctoral estudiaba la relación entre dos estilos de cinematografía: el mundo oculto frente al mundo cerrado.

Hacia 1984, diCorcia comenzó a desarrollar su trabajo como fotógrafo independiente para las revistas Fortune, Esquire y algunas publicaciones de viajes. Cinco años después el consorcio National Endowments for the Arts (NEA) concedió a diCorcia la categoría de artista colaborador. A causa de los ataques que sufrió el NEA por parte de la crítica conservadora por exhibir los desnudos de Robert Mapplethorpe, diCorcia tuvo que firmar un contrato por el cual se comprometía a no realizar ninguna fotografía obscena.

Más tarde viajó a Los Ángeles junto a un asistente a la búsqueda de localizaciones para sus fotografías. En aquella época visitó con frecuencia el bulevar de Santa Mónica, donde retrató a estafadores, prostitutas y perdedores.

Este cautivador y heterodoxo fotógrafo opina que no vale la pena romperse la crisma pensando si una foto es o no una representación de la realidad. "En última instancia, una fotografía nunca puede ser real; se la considera como tal por las asunciones tácitas que hemos puesto en cuestión durante los últimos veinte años y eso es lo que intento reflejar en mi trabajo", ha declarado.

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