Crisis e inmigración impulsan a la extrema derecha en Europa

Timo Soini, presidente del partido ultraderechista Verdaderos Finlandeses, celebra con sus seguidores en Helsinki.
Timo Soini, presidente del partido ultraderechista Verdaderos Finlandeses, celebra con sus seguidores en Helsinki.
Martti Kainulainen/Lehtikuva / Reuters
Timo Soini, presidente del partido ultraderechista Verdaderos Finlandeses, celebra con sus seguidores en Helsinki.

La irrupción del partido de extrema derecha Verdaderos Finlandeses, que con un 19% de los votos en las elecciones del pasado domingo –y una línea contraria a que Finlandia pague el rescate financiero a los socios en problemas– se alzó como la tercera fuerza del país, es solo el último capítulo. El renacimiento de los partidos de ideología xenófoba está siendo un hecho en una UE golpeada por la crisis. El fenómeno tiene particularidades en cada país, pero sus líderes mantienen rasgos comunes. Quieren una Europa sin inmigrantes y que sus respectivos países mantengan todos los rasgos tradicionales; aseguran defender a sus patrias y dicen tener claro cómo hacerlo.

La Liga Norte, segunda fuerza más votada en el norte de Italia, lleva años gobernando en coalición con Silvio Berlusconi. Su líder, Umberto Bossi, es ministro y lucha por aislar a las regiones ricas de las pobres. La formación propone devolver a sus países de origen a los inmigrantes llegados desde el norte de África. También es antieuropeísta y contraria al Tratado de Lisboa.

En Francia, el Frente Nacional de Marine Le Pen (hija de Jean Marie) obtuvo alrededor del 15% de apoyo en las pasadas elecciones regionales de 2010. Su líder se postula como una seria alternativa a suceder a Nicolás Sarkozy en la presidencia con la salida francesa de la OTAN, del euro y un claro mensaje anti islamista por bandera.

Anti inmigrantes

Holanda es otro de los países donde la derecha más extrema avanza: El Partido de la Libertad de Geert Wilders se situó como tercera fuerza del país gracias al 15,5% de los votos obtenidos en las elecciones de 2010. No gobierna, pero su mensaje en contra de los musulmanes ha calado en gran parte de los holandeses. Un caso similar ocurre en Bélgica, donde la formación Interés Flamenco, con 12 escaños, promueve abiertamente la salida de inmigrantes irregulares.

En Alemania –especialmente sensible a la intolerancia tras la época nazi– la extrema derecha del PND apenas tiene presencia en 14 escaños regionales (ninguno en el Bundestag). La ideología ultranacionalista, sin embargo, sí que ha calado en los países vecinos. En Austria, los partidos BZÖ –euroescéptico, contra los inmigrantes y opuesto a la entrada de Turquía en la UE– y FPÖ –pangermanista y contrario a los extranjeros– aglutinan 17 y 34 diputados respectivamente. En Suiza, por su parte, el Partido Popular fue el más votado pese a un duro mensaje: en sus carteles electorales echaban del país a ovejas negras a patadas.

Hungría (con el antisemita partido Jobbik), Dinamarca (con el PP danés), Suecia (Demócratas Suecos)... la ola de extrema derecha se extiende y, pese a ser marcadamente euroescéptica, tiene hasta representación en la Eurocámara (32 diputados) gracias al grupo Europa de la Libertad y la Democracia.

Nueva ultraderecha

Conservadora, aparentemente moderada y con el nacionalismo por bandera. La nueva extrema derecha huye de uniformes y estereotipos del pasado, como la violencia y la simbología militar. Todos se ofenden si les califican de ultraderecha. "Por motivos tácticos se ocultan", según Esteban Ibarra, de la ONG Movimiento contra la Intolerancia. En su opinión hay que diferenciar entre extrema derecha y ultraderecha (aún más drástica). Si bien comparten parte de los objetivos, tanto sus métodos como su apoyo popular difieren notablemente. Sin embargo, el discurso de los primeros inflama la convivencia y posibilita la aparición de "grupos que hostigan al diferente", señala.

En España, hasta el momento, las ideologías de derecha extrema apenas han tenido peso político "por la menor xenofobia de la ciudadanía", sostiene Ibarra. Sin embargo, el reciente auge de Josep Anglada y su Plataforma per Catalunya –catalanista, contrario a la inmigración irregular y la islamización–, que ha pasado de 5.000 a 75.000 votantes, obliga a las instituciones democráticas a mantenerse alerta. ¿Soluciones? Los expertos inciden en promover políticas de integración y no permitir la intolerancia en Internet. El Centro Simon Wiesenthal tiene detectadas al menos 11.500 webs con contenidos altamente xenófobos.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento