Javier Cámara: "Criticamos la sociedad, pero desde un lugar privilegiado"

  • El actor da vida a un biólogo agotado en '¿Para qué sirve un oso?', comedia ecologista y familiar que se estrena este viernes en los cines.
  • "Necesitamos agitadores sociales de verdad, gente inteligente a la que darle las riendas, y menos políticos".
Nació en La Rioja en 1967. Trabajó como camarero y acomodador antes de ser actor profesional. Cinco veces candidato al Goya.
Nació en La Rioja en 1967. Trabajó como camarero y acomodador antes de ser actor profesional. Cinco veces candidato al Goya.
JORGE PARÍS
Nació en La Rioja en 1967. Trabajó como camarero y acomodador antes de ser actor profesional. Cinco veces candidato al Goya.

Javier Cámara vuelve a la comedia y se reencuentra con Gonzalo de Castro y Tom Fernández, compañero y guionista respectivamente en 7 vidas en ¿Para qué sirve un oso?.

¿Qué tal el reencuentro con Fernández y De Castro, excompañeros en 7 vidas?

Tenemos que dar una imagen seria y profesional, pero lo cierto es que, a nivel personal, me lo he pasado muy bien. Muchas risas.

¿Entró en el proyecto desde el principio?

Tom Fernández escribe solo, pero sí que nos iba mostrando cosillas y nos mandaba versiones. Como actor, ya tengo una cierta práctica leyendo guiones, así que yo también le comentaba cosas. Luego, en el rodaje, disfruté: y todavía más cuando he visto la película. Siempre me pasa lo mismo: me sorprenden, porque mi visión trabajando y la de luego encontrarme con todo el trabajo hecho no tienen nada que ver.

Aquí empieza la película en el Polo Norte...

Sí, en Islandia, en un glaciar del tamaño del País Vasco. Un lugar inhóspito, ventoso, gélido y peligroso, pero de una belleza increíble.

Y luego, a Asturias.

Sí, otro lugar único. La gente de allí se está volcando por conservarlo, y muchos viven en una simbiosis perfecta con la naturaleza. Está llena de lugares privilegiados.

¿Cambió su conciencia ecologista la película?

El ecologismo de andar por casa tiene que ser como lavarte los dientes: una cosa inculcada, cotidiana, porque hay una mínima urbanidad que cumplir. Deberíamos tener el gen del reciclaje incrustado, y transmitírselo a las próximas geraciones. Está muy bien que la película, además de una comedia, dé un mensaje de que el planeta es precioso y estamos rodeados de belleza.

Los personajes parten de un cierto pesimisto al optimismo. ¿Le pasa a usted lo mismo?

Es como lo de la solidaridad: me siento solidario, pero con mi entorno, no con Gambia o con Sudán. Pensar en cambios globales me cuesta, me parece un trabajo ingente: voy a manifestaciones, defiendo mis ideales y cambio, aunque poco a poco, pero tanto como pensar en grandes cambios mundiales...

¿Se manifestaría contra las centrales nucleares?

¡Pero como vamos a quitarlas, si dependemos de ellas! Pienso, más bien, en que ya inventaremos qué hacer con la basura radiactiva, que ya lo resolveremos. Tenemos que investigar, y mucho.

¿Irá el mundo a mejor, entonces?

Lo que más me molesta es sentir que, si algo no es un negocio, no se hará. Lo verde, lo ecológico, funciona algo ahora porque es caro. Y es una pena... Creo que la gente no tendría problema en darle el 7% de su dinero a mejorar el mundo, pero parece que no puede hacerse porque nadie hace negocio... Y otra cosa me da mucha rabia: que vemos todo desde el lado de los poderosos, y criticamos con nuestros iPads a la sociedad en Internet, pero no actuamos.

¿Qué necesitamos para hacerlo?

Agitadores sociales de verdad, gente inteligente a la que darle las riendas, y menos políticos.

¿Y el cine español? ¿Qué necesita?

Hay espacio para todo tipo de cine, pero nos tenemos que ganar al público. Darle al cine la importancia que se merece: si en el deporte, por ejemplo, éramos considerados un país de fracasados... ¿Por qué no va a haber también un cambio en la perspectiva de la gente hacia el cine?

¿Y su vida? ¿Cómo va?

Divido mucho lo personal y lo profesional. Ni el éxito es todo tuyo, ni tienes tú la culpa de una película desastrosa... Soy una persona que curra, llega a casa, pone la lavadora y lleva una vida normal. La familia y los amigos me han ayudado a saber que soy un simple currante al que, eso sí, le gusta mucho esta profesión. Tengo 44 años, llevo relativamente poco en esto y espero que me quede mogollón, y que sea lo mejor.

¿Esperaba llegar algún día a ser tan conocido?

No... Trabajé de camarero en el Cine Doré, de acomodador en el Teatro Fígaro, mientras estudiaba Arte Dramático, y simplemente hacer algo de teatro era mi sueño. Pero hubo mucho cásting, mucho curro de camarero... Me fragüé los primeros años y, después, aguanté. Aquí no se sale adelante por el talento, la belleza, la gracia o la naturalidad, sino que hay mucho de aguante, de inconsciencia, de gustarte mucho el trabajo y de creer, siempre, que algún día llegará. Ahora miro mi currículum y no me puedo creer ser yo el que ha trabajado con gente como Almodóvar, Isabel Coixet o Medem.

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