La reserva natural de Ein Gedi, situada donde el desierto de Judea desciende abruptamente hacia la depresión del mar Muerto, está formada por una sucesión de barrancos y cárcavas labrados por diversos cursos de agua. Cascadas, pozas y manantiales alimentan un hábitat de gran biodiversidad, rico en especies endémicas como el azufaifo, el arbusto del que, según la tradición, salieron las espinas de la corona de Cristo.
DAVID VELASCOEn la fortaleza de Masada se acantonaron algunos de los judíos que huían de Jerusalén cuando esta fue destruida por las tropas de Roma, desencadenando una de las últimas oleadas de la diáspora judía. Hoy se puede acceder a la cima del cerro por un sinuoso camino, llamado de las serpientes, o en el funicular.
DAVID VELASCOEl rey judío levantó la fortaleza de Masada sobre un promontorio a 450 metros sobre el nivel del mar Muerto. Los restos –un vasto complejo de palacetes, cuarteles, baños termales, aljibes y acueductos–, aún en pie, fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2001.
DAVID VELASCOLa Biblia sitúa las ciudades de Sodoma y Gomorra en la cima del monte que flanquea el extremo sur del mar Muerto, una zona dedicada en la actualidad a la extracción de minerales, como el potasio o el bromuro, que abastecen la industria química de Israel. La zona turística del gran lago salado, con su amplia ristra de hoteles e instalaciones termales, hay que buscarla algo más al norte, tanto en la ribera israelí como en la jordana.
DAVID VELASCOEl alto índice de salinidad del mar Muerto (un 33% de su composición es sal) permite flotar sin esfuerzo sobre sus aguas, pero impide cualquier forma de vida animal o vegetal. La alta evaporación y la explotación agrícola del Jordán, el único río que lo alimenta, está mermando la profundidad de este gran lago salobre a razón de un metro de profundidad al año. El proyecto Red to Dead (en inglés, del Rojo al Muerto) propone frenar la pérdida de agua con un trasvase entre esos dos mares, pero arroja también serias dudas sobre sus consecuencias medioambientales.
GTRESEl llamado 'makhtesh' Ramón, en el desierto del Néghev, es el mayor cráter del mundo de de origen no volcánico. Este colosal circo, de unos 40 kilómetros de largo por unos dos o diez de ancho, según el tramo, y unos 500 metros de profundidad, se formó por la acción diferenciada de la erosión en los materiales que componen el suelo de esta región. Los verticales paredones del foso, festoneados por incontables salientes rocosos, son ideales para el barranquismo, el rápel y otros deportes de aventura.
DAVID VELASCOJerusalén y Tel Aviv, las dos mayores ciudades israelíes, ofrecen razones contrapuestas para una visita. Si la primera atesora un vasto patrimonio histórico cargado de significación religiosa, Tel Aviv, con poco más de un siglo de existencia, ofrece una animada vida cultural y nocturna, muy frecuentada por la comunidad gay de todo el mundo.
DAVID VELASCO