Las pioneras y "poco reconocidas" jugadoras de la selección femenina de fútbol

  • En los setenta el fútbol femenino era un fenómeno de masas, pero la Federación no reconocía a unas mujeres que ahora reclaman un sitio en la historia.
  • Para llegar al primer Mundial, otras futbolistas sufrieron el rechazo institucional: "El fútbol nos costó dinero, pero disfrutábamos".
  • Lamentan la falta de reconocimiento: "Cuando ves que las chicas de la selección actual dicen que no tienen referentes, te indignas".
Ángela, Victoria y Begoña posan con una fotografía de una de las primeras selecciones de fútbol femenino.
Ángela, Victoria y Begoña posan con una fotografía de una de las primeras selecciones de fútbol femenino.
JORGE PARÍS
Ángela, Victoria y Begoña posan con una fotografía de una de las primeras selecciones de fútbol femenino.

"Vete a tu casa a fregar", "mira las tetas de esa" o "qué culo" fueron algunos de los comentarios habituales que las futbolistas de los años setenta recibieron desde las gradas de los campos de fútbol, especialmente en los pueblos. Pese a los prejuicios iniciales, una infinita curiosidad por ver a las mujeres golpear el balón convirtió el fútbol femenino en un fenómeno de masas. Los problemas llegaron desde las instituciones, con una respuesta rotunda cuando se planteó la oportunidad de crear una selección española femenina: el fútbol es cosa de hombres. Y el presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), José Luis Pérez-Payá, llevó hasta el límite esa idea instaurada en pleno franquismo que no cayó por su propio peso hasta 1980, fecha de su reconocimiento oficial.

Anteayer, en el campo del Español, jugóse el primer partido de fútbol entre representantes del sexo débil (...) Esta primera actuación de la mujer en el viril fútbol no nos satisfizo, no solo por su poco aspecto sportivo, sino también porque las descendientes de la madre Eva, les obliga a adoptar tan poco adecuadas como antiestéticas posiciones, que eliminan la gracia femenil.

Así se narraba por primera vez un partido de fútbol femenino en la prensa. Era en El Mundo Deportivo, el 31 de mayo de 1914, un texto repleto de prejuicios que sufrieron también las pioneras de la selección en los años setenta, cuando miles de aficionados se agolpaban para ver qué era eso del fútbol practicado por mujeres. "Era algo especial, había curiosidad, y venían miles de personas. En los pueblos sí te insultaban, pero más o menos como ahora", relata Victoria, presente en la primera selección de fútbol, casi clandestina.

Es en 1971, mismo año en el que se realiza Las Ibéricas F.Cpelícula que refleja una sociedad machista que se burla de las mujeres futbolistas— cuando España disputa su primer encuentro desafiando a las instituciones. En el estadio murciano de La Condomina se reúnen 3.000 personas para ver un duelo con Portugal que a punto estuvo de suspenderse. "El presidente de la Federación Murciana, en la misma puerta del estadio, intentó confundir a la masa de aficionados, pero ninguno de los causantes de la propaganda antifútbol femenino logró sus fines", relata en el libro Las estrellas olvidadas Rafael Muga, impulsor de la que ahora es pionera en un Mundial de fútbol. Para que Vero Boquete, Alexia Putellas o Sonia Bermúdez perforen las porterías en Canadá, Conchi 'Amancio', Victoria Hernández o Ángela Martín tuvieron que desafiar el machismo de una época en la que era difícil imaginar a una mujer fuera del hogar.

Victoria Hernández (4/12/1958, Madrid) tenía 12 años cuando acudió con su padre a un esperado partido de fútbol femenino en el campo de Boeccticher (Villaverde). Allí deslumbró Conchi 'Amancio' con los cinco goles del Sizam ante el Mercacredit, con 8.000 personas en las gradas. Nada más darse el pitido final, Ignacio Hernández presentó a su hija a Rafael. "Me pareció demasiado jovencita para jugar en el Olímpico, pero nada más lejos de la realidad. Tenía un verdadero poderío con el balón. Salió a hombros de los seguidores en dos ocasiones, no he visto nada igual", comenta. Fue la primera futbolista en firmar un contrato. "Era tan pequeña que la gente se quedaba más parada. Tenía cuerpo, y las que éramos mayores dábamos gracias por tenerla porque nos fijábamos en ella. Era una guerrera, te quitabas el sombrero. Ahora mismo sería la leche, tenía 13 años y no se lesionaba nunca", asegura Ángela, lateral izquierdo del Olímpico de Villaverde y de la selección española.

Ángela Martín (26/06/1955, San Martín) era la menor de nueve hijos. Vivía y trabajaba en una finca donde aprovechaba que seis de sus hermanos jugaban para dar alguna patada al balón. Un día se le presentó la oportunidad de vestir de corto. "Me dijeron que iban a hacer un equipo, no recuerdo para qué, solo sé que me volví loca. A mis hermanos no les gustaba mucho la idea, me decían que ayudara a mi madre en casa, pero a mi padre le encantaba". En ese partido Rafael vio a una niña de 14 años con grandes capacidades y le pidió a su padre llevársela al club: "Sí, llévatela ahora mismo. ¿Cuándo empieza?", preguntó deseoso de ver a la niña seguir el paso de los mayores. La siguiente semana ya lucía el '3' por la banda izquierda.

En una época en la que las niñas debían esconder las botas, Victoria y Ángela tuvieron suerte de contar con unos padres completamente volcados, que incluso se peleaban por subir al autobús que les llevaba durante horas a jugar en Barcelona, Sabadell o Bilbao. "Venía Rafa con un Coupé y nos metíamos siete u ocho para ir a cada partido". No cobraban, pero lo vivían con pasión. Viajaban el sábado por la tarde para jugar el domingo, y volvían tarde, casi para irse directas a trabajar. "El fútbol me ha costado dinero", lamenta Victoria. "Pero nos dejábamos la vida", apunta Ángela. "Venía mucha gente a vernos y tú no ibas a que te miraran las tetas. De mi pueblo salían autobuses para vernos jugar, y no estabas pendiente como ahora de cuidarte y de mirar si tienes una arruga en el pantalón. No saludábamos a la grada como ahora, ni siquiera hablábamos de chicos. Yo salía con un chico, que es mi marido, y venía con sus amigos en el coche a vernos jugar. No nos veíamos en semanas".

Ese poderoso Olímpico de Villaverde donde ambas militaban era imparable en el fútbol nacional. "Íbamos con la mentalidad de que no nos ganaba nadie, y hemos ido a sitios en los que el árbitro no quería que ganáramos bajo ningún concepto". Como en Isla Cristina, contra el equipo local, cuando el árbitro, una vez finalizado el encuentro que ganaron, se resignó ante los gritos: "¡Si ya ha terminado el partido! No puedo hacer más".

—Era otro fútbol. No podías con las botas cuando se mojaban, aunque a veces ni las notabas

—Seguro que hemos jugado con algo roto, estirabas un poquito y seguías

Con ese espíritu, Rafael unió a la base de este club madrileño con las mejores jugadoras de País Vasco, Galicia, Cataluña y Andalucía, formando la base de una selección española que no contaba con respaldo. Pese a todo, una 'no oficial' España visitó Turín en 1972 para enfrentarse a Italia en el Trofeo Adriático. "Ni me lo creía", explica Ángela. "Venía de una finca, no había salido del lado de mis padres, y de repente te ves viajando en avión y en un hotel de lujo, en una montaña". Jugaron dos partidos en Padova y Udine. Las recogían en coches particulares para llevarlas al campo, "como estrellas", aunque en el terreno de juego les bajaron los humos. "Íbamos creciditas porque aquí teníamos un nivel muy alto, pero físicamente nos dieron un meneo bueno y nos metieron siete. La prensa comentaba que la escuadra española estaba a años luz de la italiana, pero que teníamos jugadoras muy buenas técnicamente".

En pleno régimen de Franco, el fútbol femenino se relanzó. Italia devolvió la visita en Córdoba y Badajoz ese mismo año, también con goleada. "Imagina niñas de 14 años contra una delantero centro que te sacaba dos cabezas y una defensa que no la veías por ningún lado". La 'azzurra' estaba una década por delante.

Pronto se abrieron las puertas para varias jugadoras. Conchi 'Amancio', apodada así por su similitud con el jugador del Real Madrid, fue la primera española en jugar en el extranjero. Una oportunidad similar tuvo Victoria, a la que quiso fichar el Stade de Reims por un millón de pesetas. "Mi padre dijo que no me iba sola, y aunque mi hermano estaba dispuesto a dejar el trabajo para venirse, no me hacía especial ilusión ir a Francia", explica, lamentando que por ese tipo de decisiones el fútbol le ha costado dinero, pero no se arrepiente. "Y ahora es alucinante cómo se enfadan por viajar en AVE en vez de en avión. ¡Qué pena!"

Reconocimiento del fútbol femenino

La aceptación por parte de las instituciones llegó de la mano del desinterés del público. Eran ya los ochenta, el fútbol masculino hacía mucha sombra, y los campos comenzaron a presentar gradas vacías. Así lo vivió Begoña (1/04/1967, Madrid), protagonista de una segunda generación que empezaba a jugar al fútbol con espinilleras.  'Gorospe', como se apodaba, coincidió en el Olímpico con Victoria y en la selección, donde debutó en 1984. Esta lateral izquierdo vivió la primera victoria oficial de España, en Suiza (1-2). "En mis años había bastante gente, pero había muchos campos a los que ibas y no había casi nadie. Estamos en un país en el que el fútbol masculino tira muchísimo y hay bastante machismo. En otros deportes de mujeres, como baloncesto o balonmano, no pasan estas cosas. El fútbol, no sé por qué, no lo subimos".

Para ellas el problema de la lenta evolución se encuentra en la propia RFEF. "Estando Villar no hay nada que hacer, porque el masculino es el que da dinero. Una vez, siendo directivo, nos acompañó a un par de viajes para conseguir nuestros votos. Luego puso a sus amigotes. Como a Quereda—el entrenador— que es un tío que no ha conseguido nada en 24 años en el cargo. ¿En qué equipo te mantienen si no consigues tus objetivos? Se ha ganado apoyos institucionales, porque le preguntas a las jugadoras que han estado con ese señor y no tienen buen concepto. Es un maleducado que no sabe dirigirse a las personas". Lo dice Victoria, que además intentó seguir ligada a este deporte tras su retirada. "Estaba federada en la Federación madrileña y era un estandarte del fútbol femenino, pero en ningún momento me propusieron nada. No me dijeron ni hasta luego".

Cuarenta años después, las pioneras del fútbol femenino lamentan la falta de reconocimiento. "Las chicas de esta selección mundialista no han sido pioneras de nada, y cuando dicen que no tienen referentes te indigna, porque es de no querer enterarse. ¡Coño! Se lo han dado todo hecho... y a alguna hasta le hemos enseñado a golpear el balón".

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