Richard Williams, padre de Venus y Serena, es uno de los grandes focos de atención de la cuarta final de Wimbledon que dilucidarán ambas tenistas estadounidenses, pese a que no presenciará el encuentro.

Quizá carezca del aura de otro famoso progenitor, el padre de Lewis Hamilton, y no acapara tantas cámaras, pero es un personaje como mínimo igual de controvertido, y su espíritu crítico y contestatario han generado bastante polémica.

A comienzos de esta década, cuando sus hijas comenzaban a deslumbrar con la raqueta, la sospecha de que amañaba los partidos y decidía quién debía ganar de las dos se extendió como la pólvora. La rusa Elena Dementieva llegó a declarar públicamente que, efectivamente, su padre trazaba de antemano la trayectoria de Venus y Serena en cada torneo.

Richard, encendido, negó la acusación, y añadió que estos rumores respondían al racismo y los prejuicios.  También apuntó a la envidia como fuente de este malestar de las rivales de sus hijas: "Cada joven en los vestuarios siente que debería estar donde estamos nosotros. Los celos te devoran, te hacen sentir que deseas algo que no tienes".

Lágrimas

Tras los supuestos insultos racistas que sufrió en Indian Wells, y de los que se queja amargamente, Richard no tiene reparo en admitir su disgusto: "Apenas pude contener mis lágrimas. Pienso que Indian Wells deshonró a los Estados Unidos. Este país tiene antecedentes de haber tratado mal a las minorías", explicó.

Además, y ante las voces que critican al tenis femenino y su presunta decadencia en estos últimos años, vuelve a replicar con contundencia: "Habría que ver cómo opinarían esas personas si tuvieran a sus hijas practicando este deporte".

Esta fogosidad verbal contrasta con su vulnerabilidad cuando ve a Serena y Venus en acción: "Jamás veré los partidos cuando jueguen una contra la otra. Siempre pido que me lleven a casa cuando se enfrentan, y que no me desvelen el resultado".