En el fútbol, como en muchas otras facetas de la vida, siempre se ha dicho que la risa va por barrios. En el deporte rey, alegrías y tristezas y crisis van, además de por barrios, por ciudades.

Real Madrid y Barça son el ejemplo de cómo cambiar los roles en apenas mes y medio. Lo que antes vivía el equipo culé, lo sufre ahora en sus propias carnes el merengue. Y viceversa. Los problemas del Barça han tomado el puente aéreo y se han trasladado al barrio de Chamartín, allí donde habitaba plácidamente el Real Madrid. Habitaba en pasado, porque el presente de los blancos es muy incierto.

Parte de culpa la ha tenido el vecino del Manzanares. Un Atlético de Madrid que ha hecho saltar por los aires la —relativa— tranquilidad de los de Ancelotti, que, bien es cierto, llevan arrastrando semanas de problemas, dudas o críticas desde que ganaran el Mundial de Clubes: les costó volver a ganar un partido, fueron eliminados de la Copa, se tambalearon en algunos partidos de Liga hasta acabar recibiendo un serio correctivo en el Calderón. El punto álgido de los blancos coincidió con el peor momento culé, que tocó fondo en Anoeta. Desde entonces, principios de enero, el equipo de Luis Enrique ha imprimido un ritmo frenético a la Liga y no conoce la derrota. Una situación, a estas alturas de la Liga, que hace prever un liderato viajero entre Madrid y Barcelona: solo un puntos los separa.

Un vestuario patas arriba, primeras dudas de Ancelotti, lesiones inoportunas o falta de autocrítica. En definitiva, todo lo que antes vivía el Barça se ha trasladado a la casa blanca.

Problemas en el vestuario. Los conflictos en el vestuario, aunque por diferentes motivos, son siempre noticia en los grandes. La mala sintonía entre Luis Enrique y algunos de sus pupilos, como el sabido tema con Messi, parece olvidado con los resultados y ese problema ahora se ha trasladado al vestuario blanco. La reciente fiesta de cumpleaños de Cristiano tras la debacle del Calderón ha levantado ampollas en parte del vestuario blanco, que no ven con buenos ojos la celebración de la fiesta.

Mala actitud en el campo. La Décima ya está en el olvido, hasta el reciente Mundial de Clubes, un club como el Real Madrid vive del presente y muestra un equipo tocado físicamente por la ausencia de rotaciones y la poca fe de Ancelotti en su 'fondo de armario'. La imagen de dejadez y falta de reacción del equipo en el Calderón fue más que evidente. Se ha trasladado de ciudad esa actitud de equipo indolente que se veía en algunos tramos de partidos en el Barcelona y que, como se apreció en San Mamés, ya no queda rastro.

Dudas sobre el entrenador. Luis Enrique vivió sus peores momentos a principios de enero, tras el partido de Anoeta donde el asturiano no sacó un equipo lo suficientemente potente como para doblegar a la Real y cuando quiso rectificar ya era demasiado tarde. Las voraces críticas cayeron sobre el asturiano y sus decisiones. Sin embargo, Luis Enrique se sobrepuso a su situación más delicada desde que aterrizara en el banquillo culé. Poco más de un mes después, es Ancelotti quien queda señalado tras el peor partido del Real Madrid con él en el banquillo. Ante el Atleti quedó, una vez más, en evidencia ante los trabajados planteamientos del argentino Diego Simeone. El técnico italiano no innovó en nada en su once, ni modificó aspectos tácticos en el Vicente Calderón. Impotente desde el banquillo asistió a un encuentro sin corazón de sus jugadores. Una derrota que instala dudas en la directiva madridista.

Críticas a la tripleta atacante. De las dudas que generaron en su día Messi, Neymar y Luis Suárez, con la adaptación de este último, a las que provocan ahora Benzema, Bale y Cristiano. "No hay duda: si Cristiano, Benzema y Bale están bien, jugarán siempre", dijo Ancelotti, que mantiene el 4-3-3 por encima de todo. Incluso de los malos resultados: la tripleta del Madrid no tiró ni una vez en el Calderón.

Figuras discutidas. Las estrellas de ambos equipos, con trayectorias opuestas. Mucho se habló de Messi a principios de año. Su enfado con Luis Enrique, su ausencia en un entrenamiento alegando gastroenteritis, su deambular por el campo en ciertas ocasiones... Sin embargo, el mejor Messi ha vuelto y ya está a solo cinco tantos de Cristiano, coincidiendo, precisamente, con el peor momento del portugués. En 2015, Cristiano ha marcado 4 goles en siete partidos y ha sido expulsado y sancionado con dos partidos. No es el mejor inicio de año para el '7' blanco.

Ausencia de autocrítica. Como ocurrió en aquel partido en Anoeta, donde no hubo autocrítica ni por parte de los jugadores ni por el más señalado, Luis Enrique —"No creo que el resultado sea justo, merecimos más aunque no tuvimos fortuna a la hora de marcar", dijo—, tampoco la hay ahora en el seno madridista. Casillas no vio fallo en el primer gol del Atlético en el derbi del sábado, así como tampoco Ramos y Ancelotti dieron importancia a la eliminación copera.

Plaga de lesiones. Los blancos sufren ahora una plaga de lesiones como la que antes sufrió el equipo de Luis Enrique. Hace unas semanas, por la enfermería del Barça desfilaban Piqué, Xavi, Alves, Iniesta y Mathieu, entre otros. Ahora, por la del Madrid se turnan Ramos, Pepe, James, Modric o, el último en llegar, Khedira, lo que se ha traducido en un juego menos eficaz, arriba, y más endeble en la línea defensiva.

La máxima igualdad que se vive por el título, también se aprecia en las plazas que dan acceso a la Champions. La última, la cuarta plaza liguera, tiene a Sevilla y Valencia como protagonistas.

Andaluces y valencianos se turnan como dueños de esa cuarta posición que te mete de lleno en el sueño europeo de la Liga de Campeones. Una jornada uno, otra jornada el otro, según los resultados. En la última, el Valencia arrebató de nuevo la cuarta plaza al Sevilla, tras la victoria en Cornellà y la derrota de los de Nervión en el Coliseo.