Por fin llegaron los meses mágicos del año en los que puedes zambullirte en las playas sin que las piernas se te pongan azules. Nadar en el mar no solo es divertido sino que tiene algo de místico por esa mezcla de salud, belleza y deporte en una misma actividad al aire libre. Acariciando el agua salada uno se siente en comunión con la naturaleza y emerge ese anfibio que todos llevamos dentro. Pero por mucho que nos guste, el agua no es nuestro medio natural y debemos ser precavidos. Te damos algunos consejos para que, si te animas a probar la natación en aguas abiertas, seas capaz de disfrutarlo sin sorpresas.
Sé realista con tu nivel
Nadar en el mar puede ser una experiencia fantástica si te has preparado en piscina, pero si no tienes nivel suficiente para afrontar el reto se puede convertir en un recuerdo digno de tus peores pesadillas. Echarse al mar requiere de técnica, antes de hacer nada evalúa tu nivel de natación y decide si eres o no un nadador competente. "Tener un buen nivel técnico te da seguridad y confianza, aquí no es como en la piscina...no es tan fácil como salir del mar y ya está", explica a 20minutos Gerard Alemany, profesor de la escuela Radikal Swim en Barcelona, con una dilatada experiencia en natación en aguas abiertas.
Infórmate antes
Antes de meterse en el agua, hay que informarse del estado del mar, el viento y las corrientes, así como de la temperatura del agua. Además de esto, y por muy obvio que pueda parecer, debes prestar atención a carteles, letreros y banderas en la playa (informan del estado del agua, algas, mareas, corrientes, medusas, resaca...) e incluso fijarte si hay o no socorristas...
Protección e hidratación
En verano, calor, sol y agua de mar puede ser una combinación peligrosa. La crema solar (elegir los factores más altos de protección) es importantísima, ya que los efectos de los rayos solares se amplifican en el agua. Si tu idea es nadar trayectos largos puedes también untarte una capa de vaselina (para las rozaduras, el frío y las medusas). Además, es vital hidratarse bien (bebe agua antes y después de nadar) e incluso llevar algo de comida dentro del neopreno (unas barritas o un gel). Si la travesía es larga vamos a necesitar recuperar fuerzas a mitad de trayecto.
Equípate bien
En función de la estación del año y de la temperatura del agua se recomienda utilizar un traje de neopreno. No solo nos aísla del frío manteniendo el calor corporal, también nos protege de las picaduras de medusas, y aumenta la flotabilidad. Las gafas son un elemento sine qua non dentro del agua pero trata de elegir unas que se ajusten bien al rostro.
Y si lo que queremos es disfrutar como pez en el agua podemos utilizar unas aletas: nos cansaremos menos y avanzaremos más rápido. Ahora bien, matiza Alemany, "con las aletas ganamos propulsión, sí, pero perdemos eficiencia, y recordemos que al competir las aletas están prohibidas".
Calienta antes, estira después
Tus agujetas se verán muy reducidas. Lo recomendable es hacer entre diez y quince minutos de estiramientos, con más incidencia en brazos y hombros, que se cargan por el oleaje.
Ojo con la respiración
El estilo de nado más habitual en aguas abiertas es el crol, "porque es más rápido, se alcanza un rendimiento y una velocidad mayor", afirma Alemany. Pero aquí es muy importante orientarse bien para no nadar de más y existe un modo de saber dónde estamos sin necesidad de parar a sacar la cabeza del agua. "Lo que hacemos es aprovechar la respiración cada seis u ocho brazadas para realizar una respiración frontal, así cogemos aire mientras estamos mirando hacia adelante, pero sin dejar de nadar a crol", detalla.
Trata de no perder la calma
Se aconseja siempre nadar tranquilo, sereno y coordinado. En el mar esto es aún más relevante porque no tenemos una corchera ni una pared a la que sujetarnos. Por eso debemos confiar en nuestra técnica (así se evita la fatiga y la desesperación de perder energías). No te agobies, recuerda que siempre puedes pararte y descansar si el cuerpo te lo pide.
Busca un punto de referencia
Antes de salir a nadar, trata de escoger un punto de referencia grande de forma que sepas hacia dónde nadar de regreso. Es probable que vayas a la deriva junto con la corriente, así que es importante recordar cómo regresar. Busca con la mirada un edificio muy alto o de diferente color, un espigón o un accidente geográfico que te ayude a orientarte cuando estés a mucha distancia de la boya.
No te alejes de la costa
Nadar en paralelo a la orilla es lo más recomendable, especialmente si salimos a nadar sin una embarcación de soporte. Así, si surge cualquier inconveniente podremos salir del agua fácilmente. Nunca te fíes de un mar en aparente calma.
Nunca nades solo
Adentrarse solo en el mar es lo más peligroso y temerario que podemos hacer. Cualquier imprevisto, como un calambre, una fatiga o un mareo puede convertirse en un mal trago.
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