Ryan Lochte se preparó durante cuatro años para su cita con la historia, la final de 400 metros estilos. Es su mejor prueba, y la menos cómoda para Michael Phelps. El hasta ayer gran favorito a ganar siete oros se dejó el sueño en 200 metros, lo que tardó en desconectar de la final y dejarse llevar hasta finalizar cuarto.

"Llevaba cuatro años entrenándome muy duro, ha sido mi primera carrera y estoy realmente feliz. Estoy preparado para mandar en estos Juegos", afirmaba Lochte eufórico nada más salir de la piscina. Es su primer oro, pero quiere más.

Se ha preparado a conciencia para ello, y el espíritu olímpico recorre sus venas hasta admitir que su rivalidad con Phelps le hace más grande. Instantes después del 'k.o' le escribía en su perfil de Twitter: "Gracias, Michael, no lo podría haber hecho sin ti".

El ya veterano–27 años– campeón olímpico de 400 estilos, ha destronado al mito. "Hablaré con él en el vestuario", afirmaba. No sabremos qué le contó, pero Phelps no estaba muy accesible. "Estoy un poco frustrado, no me he sentido bien. El arranque de competición no es el que esperaba, pero seguiré adelante", comentó.

La estrella de los Juegos Olímpicos reconoció que tuvo mucha suerte para clasificarse y disputar la final–llegó con la peor marca–pero no tuvo nada que hacer en ésta. "Cuando he visto que he llegado cuarto, ya no podía hacer nada. Ha sido una carrera de mierda".

Pero Phelps, que antes de los Juegos presumía de su escasa preparación en determinadas fases de su vida, admitió lo evidente. "He nadado mejores carreras, y también las he preparado mejor".