Fernando Botero inauguró ayer en Vigo su exposición Abu Ghraib - El Circo. Para él nada ha cambiado en los casi 60 años que lleva en el mundo de la pintura: dice que sigue siendo el mismo mientras que el arte ha cambiado «muchísimo».

Es usted uno de los pintores más cotizados del mundo, ¿se pone frente al lienzo de la misma manera?

No soy de los más cotizados del mundo, aunque algo en América Latina. La diferencia con los primeros años es que ahora no pinto por dinero, no lo hago para pagar la renta, sino por placer y por curiosidad. Por saber a que calidad puedo llegar. Es amor por la pintura.

¿Por qué siempre hay personas obesas en sus obras?

Estudié el arte florentino, que es muy voluminoso, en Italia. Todo lo ‘gordo’ que aparece en mis obras es una exhaltación de la vida.

Viendo los cuadros expuestos se puede sentir el dolor de los encarcelados.

Cuando la gente me dice eso me siento satisfecho de haber plasmado bien los desgarradores testimonios.

¿Y ahora qué pinta?

Circos. Me permiten una gran libertad de color y disfrutar de la pintura.

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