Trabajamos en dos líneas. Una es la de los bioprocesos. Aquí trabajamos con los organismos vivos que se usan, por ejemplo, para producir el biodiésel. Lo que se busca es mejorar ese organismo vivo para que produzca más conbustible. Otra línea es la de usar la tecnología para comprobar los efectos que tienen los fármacos en los humanos, desde que se ingieren hasta que se expulsan.

¿Y qué tienen que ver las matemáticas en eso?

Trabajamos con un programa tecnológico en el que se usan algoritmos, ecuaciones... En el caso de los fármacos, es como si hiciéramos planos del cuerpo humano y vemos a través de un ordenador cómo afecta esa medicina al hombre.

¿Este programa se usa ya en humanos?

Ahora mismo estamos en fase experimental y colaboramos con la Arrixaca, el centro de Hemodonación... En breve tendremos un prototipo y en un año estará listo. Entonces, podremos trabajar con empresas farmacéuticas, con el Ministerio, la Consejería de Sanidad....

¿Ayudará a mejorar nuestra calidad de vida?

Es uno de los objetivos. Se trata de comprender mejor las enfermedades y de realizar una medicina personalizada. Se sabrá qué tipo de fármaco o que cóctel de medicamentos le van mejor a cada cual, ya que se estudiará al ser humano de forma personalizada. Se usa las matemáticas para predecir el comportamiento del ser vivo.