¿Es seguro comer anchoas estando embarazada? Estos son los riesgos y la manera de prepararlas

El embarazo es un periodo delicado para la salud de la mujer en el que, entre otras cosas, es importante prestar mucha atención a lo que comemos: muchos alimentos que normalmente se pueden consumir sin problema pueden, en cambio, comprometer nuestra salud o la del futuro bebé durante esta fase.

Por ejemplo, deberemos renunciar a placeres como son el alcohol, el tabaco, los quesos azules, embutidos, patés, y muchos pescados y mariscos. Así, cabe preguntarse ¿Qué ocurre con las anchoas?

Pues efectivamente, las anchoas entran dentro de este grupo de alimentos que deberemos evitar, con otros productos marinos como el atún rojo, el pez emperador o el salmón ahumado.

Lo que sí cabe señalar que el problema en este caso no es del pez, y de hecho los boquerones o bocartes (a veces llamados anchoas frescas), si están correctamente cocinados o congelados, son perfectamente seguros durante el embarazo. Los riesgos, más bien, están en la preparación a la que se someten las anchoas, y por ello se aplican igualmente a los boquerones en vinagre.

Esto es por dos razones. La primera es que las anchoas tienen un altísimo contenido en sal que puede resultar perjudicial para la madre y el feto, pudiendo causar hipertensión arterial, preeclampsia y problemas en la función renal.

El segundo es porque, al tratarse de una semiconserva, es un producto que ha sido estabilizado pero que no ha sido esterilizado y por ello conlleva un cierto riesgo de contaminación con toxoplasma y/o listeria, enfermedades que aunque fuera del embarazo no revisten mucho riesgo (suelen cursar asintomáticas o con cuadros muy leves) son peligrosas para el feto. Además, como ocurre con otros pescados crudos, existe un riesgo mínimo de contaminación con anisakis, que pueden producir síntomas muy graves en cualquier caso.

Con todo, si se experimenta un antojo muy fuerte, existe un método que puede permitir consumir anchoas con moderación, y esto es congelarlas previamente. Con ello eliminamos el riesgo de contaminación, aunque hay que seguir controlando la ingesta de sal.