Ante una enfermedad, buscamos la mejor forma de solucionarlo, pero en ocasiones no somos conscientes de que escoger la medicación adecuada para cada dolencia es clave, no solo para sentirnos mejor, también para evitar otro tipo de daños en nuestro cuerpo a largo plazo. Por ejemplo, el mal uso de los antibióticos provoca aproximadamente 3.000 muertes al año en España por bacterias resistentes, tal y como se publicó hace unos años en un estudio de la consultora sanitaria Hiris Care.
A pesar de que en nuestro país solo se pueden comprar antibióticos con receta médica, no son pocas las personas que guardan las pastillas sobrantes por si las necesitan para emergencias futuras, sin embargo, parecen no tener en cuenta que el uso inadecuado de este tipo de medicamentos puede tener consecuencias, también en el buen funcionamiento de nuestros riñones.
El efecto de los antibióticos en los riñones
Los medicamentos se toman por vía oral o inyectados, pero independientemente del método empleado, una vez que entran en nuestro sistema siguen el mismo camino, se distribuyen por todo el organismo a través de la sangre, encuentran su sitio de acción, se metabolizan y después son eliminados, para no permanecer en el cuerpo. En función del tipo de medicamento que sea, la expulsión puede ser a través del hígado o de los riñones y muchos antibióticos se eliminan por el riñón.
Todos los antibióticos puede generar una reacción alérgica o nefritis específica, pero además, hay algunos en concreto que tienen un mayor potencial de daño, como los aminoglucósidos (que son los principales causantes de nefrotoxicidad y de insuficiencia renal aguda), betalactámicos, vancomicina, algunas fluoroquinolonas y la mayoría de las tetraciclinas.
Antes de recetar este tipo de medicamentos, el profesional sanitario necesita conocer el estado de la función renal del paciente porque hay muchas situaciones en las que hay un mayor riesgo de insuficiencia renal, como en pacientes de edad muy avanzada, hipertensos, con insuficiencia cardiaca, diabetes, cirrosis… Ajustar la dosis de esta medicación puede evitar nefrotoxicidades y otros efectos secundarios.
Los antibióticos pueden afectar a los riñones de diferentes maneras, sobre todo en el caso de estar tomándolos durante largos periodos de tiempo. Desde una reacción alérgica que afecte a los riñones hasta la formación de pequeños cristales que no se descomponen y pueden obstruir el flujo de orina. Algunos antibióticos contienen sustancias que dañan ciertas células renales al intentar filtrarlas.
Antibióticos: por qué hay que usarlos solo cuando es necesario
Los antibióticos solo tratan ciertas infecciones bacterianas, pero no funcionan para las infecciones virales, como resfriados, gripes, bronquitis o la mayoría de los dolores de garganta. Es importante, y así lo recuerdan siempre los profesionales sanitarios, tomar antibióticos solo cuando es necesario, porque pueden causar efectos secundarios, pero también crear resistencia a los antibióticos, haciendo que pierdan efectividad.
La resistencia a los antibióticos se produce cuando la bacteria cambia y comienza a resistir los efectos de un antibiótico. Las bacterias continúan creciendo y el medicamento deja de cumplir su función, porque el antibiótico funciona matando las bacterias o dificultando su crecimiento y multiplicación.
Cada vez que se toman antibióticos pueden producir efectos secundarios y generar resistencia, por lo que no conviene abusar de ellos o tomarlos cuando no son necesarios porque pueden causar efectos secundarios, como sarpullido, náuseas, diarrea o infecciones por hongos.
Referencias
National Library of Medicine. (s. f.-d). Antibióticos. https://medlineplus.gov/spanish/antibiotics.html
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