Sin duda, las diferentes manifestaciones de la artritis tienen un alto impacto en la vida de quienes la padecen. De hecho, en el 30 por ciento de los casos de artritis reumatoide en España, la enfermedad origina serios problemas laborales por culpa del absentismo. Lo que habitual y genéricamente denominamos artritis, engloba una serie de enfermedades reumáticas inmunomediadas: La artritis reumatoide (la más prevalente, con 400.000 personas afectadas); la artritis psoriásica (psoriasis en la piel que cursa con dolor, hinchazón y rigidez de las articulaciones, y que afecta a 250.000 personas en nuestro país); la artritis idiomática juvenil (10 casos nuevos al año por cada 100.000 niños menores de 16 años); la espondilitis anquilosante (afecta a las articulaciones de la columna de 200.000 personas); y la espondiloartritis.
Con el objetivo de aprender a identificar los síntomas más habituales de esta enfermedad inflamatoria crónica que supone la degradación de las estructuras articulares, especialmente el cartílago, hemos consultado con la doctora Raquel Almodóvar, especialista en reumatología del Hospital Universitario Fundación Alcorcón. "La artritis reumatoide es una enfermedad crónica que conlleva una inflamación de las articulaciones, que provoca dolor, deformidad y dificultad para el movimiento. Por eso es importante tener conciencia sobre ella para saber cómo afrontarla".
A continuación, nos ocupamos de sus síntomas más comunes, que pueden comenzar por sensaciones inespecíficas como malestar general, cansancio, unas décimas de fiebre y pérdida del apetito.
¿Cómo saber si se sufre de artritis?
Es importante comenzar con el primero de los síntomas explicando que existe una mayor prevalencia de artritis en las mujeres, y especialmente entre los 45-55 años. Si alguna vez has sentido la rigidez en algunas articulaciones al levantarte por la mañana, esto te interesa.
Las manifestaciones articulares son consecuencia de la inflamación articular y de las lesiones que van produciendo a medio y largo plazo. Se trata de un síntoma muy característico, que siempre está presente, aunque varía en función de su localización, intensidad y evolución.
Por orden de frecuencia, las articulaciones más afectadas son las de 'menores', las manos y los pies (en el 90 por ciento de los casos); seguido de los tobillos y las rodillas (80 por ciento); hombros (60 por ciento); los codos y las muñecas (60 por ciento) y las articulaciones de la columna vertebral (muy común en la espondilitis anquilosante).
La rigidez matutina dificulta la movilidad de las articulaciones afectadas tras el descanso nocturno. Puede durar entre media hora y cuatro horas, siendo a veces leve cuando se percibe como una simple tensión o tirantez. Cuando la manifestación es intensa, puede provocar la incapacidad para mover la articulación, como puede ser por ejemplo cerrar el puño. Eso sí, la rigidez matutina suele aliviarse con el movimiento y el ejercicio (hay cremas específicas que agilizan el proceso como kyrocream de laboratorios Outback, que contribuyen a la recuperación muscular).
Inflamación de la articulación y dolor asociado
La tumefacción articular, consecuencia de la inflamación que provoca la artritis, suele verse a simple vista por el aumento del volumen de la articulación afectada, como puede ser el caso de los nudillos, las muñecas, los tobillos o los codos. En el caso de las caderas u otras articulaciones más profundas, la inflamación no se hace visible.
Al producirse inflamación, y con el movimiento de la articulación, aparece el dolor, menos intenso en las primeras semanas y que va aumentando con el tiempo. Una manera de averiguar si el dolor que padecemos tiene que ver con artritis consiste en presionar ligeramente sobre la zona afectada, y comprobar que esa molestia aumenta. El dolor, como explican los expertos, sigue la pauta de la enfermedad: disminuye o desaparece en los periodos de calma, mientras que se intensifica en las exacerbaciones sintomáticas de las fases avanzadas.
Otra manera de ubicar la inflamación es el calentamiento en la piel que recubre las articulaciones afectadas y, en ocasiones, el enrojecimiento que llevan consigo. Si somos capaces de sospechar, en función de los síntomas, que la artritis está haciendo acto de presencia en nuestras vidas, podremos comenzar el tratamiento en fases iniciales del trastorno para frenar su evolución.
El síntoma visible de la artritis
En las fases más avanzadas, según las lesiones van afectando al cartílago articular y los huesos, la limitación de la movilidad se acentúa, y aparecen las deformaciones esqueléticas. Cuando aparecen, las lesiones son irreversibles aunque, en algunos casos, podrían remitir de manera espontánea.
Se estima que, al cabo de 3 años, el 50 por ciento de las personas con artritis reumatoide padecerán desviación o deformidad en las manos. La más característica es la desviación cubital, en la que algunos de los dedos están rígidos y desviados hacia fuera. Las articulaciones de los pies resultan afectadas en la mayoría de los pacientes desde las fases iniciales de la enfermedad. El síntoma más evidente es el dolor en la parte superior del pie, que se acentúa al apoyar el pie y caminar.
En fases tempranas, también suelen verse afectadas las dos rodillas a la vez, con simetría en cuanto al dolor, y suele apreciarse que están hinchadas y calientes. En ausencia del tratamiento necesario, las lesiones articulares acaban por afectar a los ligamentos y los huesos de la rodilla, provocando deformaciones irreversibles que pueden provocar incluso cojera.
En las fases más avanzadas y si no se lleva a cabo el tratamiento adecuado, podrían aparecer algunas complicaciones mayores como el síndrome del túnel carpiano, que ocurre cuando la inflamación de la muñeca provoca que se comprima el nervio mediano, lo que conlleva pérdida de sensibilidad y hormigueo en la cara anterior de los dedos pulgar, índice y corazón. Es raro que este síndrome aparezca en las fases tempranas, pero no es imposible.
¿Que no se debe hacer cuando se tiene artritis?
Los cambios en el estilo de vida son el tratamiento preferido para la osteoartritis y otros tipos de inflamación articular. El ejercicio (actividad aeróbica de bajo impacto) puede ayudar a aliviar la rigidez, reducir el dolor y la fatiga crónica, y mejorar la fortaleza ósea y muscular. El equipo médico nos ayudará a diseñar un programa de ejercicios apropiado, así como a establecer la medicación oportuna en función del tipo de artritis que padecemos.
Dormir bien es importante para minimizar los efectos de las enfermedades inflamatorias de las articulaciones. Debemos evitar permanecer en la misma posición durante mucho tiempo, realizar actividades que nos ayuden a evitar el estrés y consumir alimentos saludables con frutas y verduras, ricas en vitamina E. Los productos ricos en ácidos grasos omega-3 como los pescados azules, así como las semillas también ayudan, de la misma manera que lo hace bajar de peso para mejorar los dolores en las piernas.
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