La hipertensión, caracterizada por una presión arterial elevada, afecta a 1280 millones de adultos de 30 a 79 años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, sorprendentemente, el 46% de ellos desconoce que padecen esta afección. En España, según el doctor Juan Cosin, del Servicio de Cardiología del Hospital Arnau de Vilanova, Valencia, el 42,6% de la población (lo que equivaldría a 16,5 millones de personas) sufre hipertensión.
¿Qué es la hipertensión?
La hipertensión se define cuando la presión arterial en los vasos sanguíneos alcanza niveles de 140/90 mmHg o más. Es una condición seria y peligrosa que puede permanecer asintomática, siendo la única forma de detección a través de mediciones regulares de la presión arterial.
Factores de riesgo: modificables y no modificables
Varios factores contribuyen al desarrollo de la hipertensión. Entre los modificables se incluyen hábitos alimenticios poco saludables, inactividad física, tabaquismo y consumo excesivo de alcohol. Por otro lado, factores no modificables, como la genética, la edad y la presencia de otras enfermedades, también aumentan el riesgo.
Síntomas de alarma: ¿Cómo identificar la hipertensión?
En muchos casos, la hipertensión no presenta síntomas evidentes. Sin embargo, en niveles extremadamente altos (180/120 o más), pueden surgir síntomas alarmantes que requieren atención médica inmediata. Estos incluyen dolor intenso de cabeza, visión borrosa, dolor en el pecho, mareos, dificultad para respirar, náuseas y otros signos indicativos.
Diagnóstico: la única manera confiable de detectarla
La única manera confiable de detectar la hipertensión es a través de mediciones regulares de la presión arterial. Se requieren al menos dos mediciones en días distintos, con valores sistólicos iguales o superiores a 140 mmHg y diastólicos iguales o superiores a 90 mmHg para establecer un diagnóstico, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Tratamiento y prevención: cambios de hábitos y medicamentos
El tratamiento de la hipertensión implica cambios de estilo de vida, como adoptar una dieta saludable, perder peso, realizar actividad física y dejar de fumar. En casos más severos, los medicamentos pueden ser necesarios para reducir la presión arterial a niveles seguros. La adherencia al tratamiento y la atención regular a la salud son cruciales para un control efectivo.
Además del tratamiento, la prevención desempeña un papel crucial en la gestión de la hipertensión. La adopción de hábitos saludables, como consumir más frutas y verduras, realizar actividad física regular y reducir el estrés, puede ayudar a prevenir la hipertensión y reducir el riesgo de complicaciones.
Complicaciones graves de la hipertensión no controlada
La hipertensión no controlada puede tener consecuencias graves, incluyendo daño cardíaco, infarto de miocardio, insuficiencia cardíaca, ritmo cardíaco irregular y accidente cerebrovascular. Además, puede causar daño renal, llevando a una insuficiencia renal.
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