Dermatitis atópica: cómo prevenir los brotes en niños, tratamientos actuales e impacto en la salud mental

La dermatitis atópica produce un impacto negativo en la autoestima de los pacientes. Según un estudio, un 44% ha necesitado apoyo psicológico, un 89% asegura haber perdido horas de sueño y un 30% afirma tener ansiedad. 
Dermatitis atópica en la mano de un niño.
Dermatitis atópica en la mano de un niño.
COM SALUD - Archivo
Dermatitis atópica en la mano de un niño.

La dermatitis atópica es una enfermedad crónica e inflamatoria de la piel que tiene una base inmunológica, es decir, se produce un desequilibro de las defensas del organismo que reaccionan de forma exagerada a estímulos ambientales. “Un hallazgo común en estos pacientes es la falta de un tipo de proteínas que se encargan de mantener la barrera protectora de la piel. Las personas con dermatitis atópica suelen tener antecedentes familiares de enfermedades de tipo alérgico como rinitis alérgica o asma, aunque es importante remarcar que la dermatitis atópica no es una enfermedad alérgica”, nos explica el doctor Salvador Mut Ronda, director del Máster Universitario de Bioética de la Universidad Internacional de Valencia (VIU).

Pese a lo que mucha gente piensa, no se trata de una enfermedad de niños, sin embargo, la franja de edad más frecuente para su aparición son los tres meses y los dos años de vida. Sus brotes, además, siguen diferentes patrones según la edad: en la lactancia aparecen en mejillas y cuero cabelludo aunque también en otras parte de la cara, tronco y extremidades, durante la infancia aparece generalmente en los pliegues de los miembros, nuca, dorso de las manos y pies. “La edad de aparición más frecuente de la dermatitis atópica es el primer año de vida, entre los dos y los seis meses después del nacimiento. Aunque la enfermedad puede aparecer en cualquier momento a lo largo de la vida, incluso en la edad adulta”, dice el especialista.

Es habitual que cuando estos brotes aparecen en la piel de los más pequeños, los padres quieran actuar lo antes posible para aliviar los síntomas. Cuando estos brotes se repiten con frecuencia, conviene además estar alerta para intentar prevenirlos y/o mitigarlos. El experto aporta una serie de recomendaciones específicas para la gestión de la enfermedad en niños (que también son igualmente válidos para los pacientes adultos):

- Evitar el empleo de prendas de ropa ajustadas y emplear prendas de fibras naturales como lino o algodón.

- Mantener las uñas cortas y limpias para evitar/minimizar el rascado y, sobre todo, evitar las infecciones bacterianas.

- Evitar la exposición a temperaturas tanto muy altas como muy bajas.

- Evitar el lavado repetitivo de la piel sobre todo con detergentes.

- Mantener un estado de hidratación de la piel adecuado mediante el uso de jabones suaves tipo syndet, aceites dermatológicos y cremas o lociones hidratantes y/o emolientes.

- Utilizar los medicamentos adecuados en el caso de situaciones de brote de la enfermedad.

A pesar de ello, el doctor advierte que estas medidas preventivas “son necesarias para mantener la enfermedad bajo control, pero no son 100% eficaces. Un brote más o menos severo puede aparecer a pesar de realizar todas las medidas de prevención posibles. En este caso será necesario además aplicar medidas terapéuticas”.

Tratamientos más efectivos

En este sentido, el tratamiento tradicional de la dermatitis atópica incluye el empleo de formas tópicas tanto líquidas (lociones) como semisólidas (cremas, pomadas o ungüentos) hidratantes y emolientes para la prevención de los brotes y el tratamiento de éstos con corticoides bien por vía tópica bien por vía oral.

El experto indica que en el caso de una dermatitis atópica moderada o severa que no responda al tratamiento clásico se pueden emplear distintos fármacos: “Los inmunosupresores sistémicos convencionales como la ciclosporina, aunque también se pueden emplear otros como el metotrexato, la azatiopirina o el micofenolato de mofetilo; o las nuevas terapias biológicas que se emplean cuando los fármacos del grupo anterior no dan una respuesta adecuada, como los inmunosupresores inhibidores de interleucinas o los inhibidores selectivos de las enzimas JAK (janus quinasa)”.

Más allá de la piel: el factor psicológico

La encuesta Calidad de vida en pacientes con dermatitis atópica, realizada por la Asociación de Afectados por Dermatitis Atópica (AADA), expone como los pacientes sufren las consecuencias de esta enfermedad más allá de la piel: un 44% de los encuestados, ha necesitado apoyo psicológico y se ha demostrado que, cuanto antes aparece la enfermedad, más afectada se ve su autoestima. Asimismo, un 89% asegura haber perdido horas de sueño por la dermatitis atópica y un 30% afirma tener ansiedad.

Al respecto, el experto de la VIU añade que existe evidencia de una correlación entre la presencia y la intensidad del picor asociado a la enfermedad y una peor calidad de vida. “La dermatitis atópica afecta a los pacientes de manera global, afectando a diversos ámbitos como el personal, el laboral, el económico, el social o el psicológico. La afectación psicológica, al igual que sucedía con la calidad de vida, es mayor al aumentar la gravedad de la enfermedad, y también se relaciona con la visibilidad de las lesiones. También se produce un impacto negativo en la autoestima de los pacientes ya que éstos se sienten rechazados y estigmatizados por la presencia de las lesiones características de la enfermedad. En los pacientes adultos la dermatitis atópica puede desencadenar estados de ansiedad y de depresión, que además pueden desencadenar un círculo vicioso. Tanto el sistema nervioso como el endocrino y el sistema inmune influyen o se ven afectados por la secreción de sustancias como el cortisol, lo que incide en la sintomatología de la enfermedad”.

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