Más del 80 por ciento de la población en España considera que la vista es el sentido más importante, seguida por el oído. Sin embargo, es un gran desconocido si intentamos ir más allá de las revisiones rutinarias para adaptar nuestras gafas o lentillas a la graduación necesaria. Empezamos a saber algo más sobre qué son las cataratas y cuándo acontecen, y sufrimos a partir de los 45 años las consecuencias de la presbicia, también llamada 'vista cansada'. Pero, hay mucho que aprender en torno a la salud visual.
Con el objetivo de saber más acerca de nuestros ojos y cómo se desarrolla su función vital, qué factores aceleran su envejecimiento, cómo afecta la pérdida de calidad visual a nuestras emociones… 20minutos ha entrevistado a la doctora Clara Martín, oftalmóloga de Clínica Baviera Madrid. Con su conocimiento sobre salud visual, vamos a desvelaros las cinco cuestiones sobre la vista que nunca nos contaron y que debemos saber.
1. El sistema visual va madurando y perfeccionándose con los años
A diferencia de otros sentidos, el ser humano no nace con un sistema visual completamente desarrollado y maduro, sino que va adquiriendo y perfeccionando su capacidad visual a medida que la corteza cerebral recibe los estímulos apropiados. Por tanto, un recién nacido solo percibe bultos, luces y sombras. A los 2 meses ya es capaz de reconocer la cara de sus papás y a los 3 meses ya hace seguimiento visual.
La evolución, sin embargo, es bastante lenta, puesto que no es hasta los seis o siete meses de vida cuando el niño comienza a percibir con calidad los colores y la profundidad. A esta edad ya puede considerarse que la vista ha alcanzado un nivel importante de desarrollo.
No obstante, la maduración visual seguirá desarrollándose en un proceso largo y lento hasta llegar al 100 por cien en torno a los 6 o 7 años. De ahí la importancia de controlar la vista desde que los niños son muy pequeños, ya que así podremos garantizar que su desarrollo se está produciendo dentro de una evolución normal. Además, cualquier obstáculo a estas edades puede suponer un problema mucho más grave en el futuro, cuando ya puede ser imposible solucionarlo. También, a partir de los 8 años disminuye la plasticidad cerebral, por lo que es más complicado conseguirlo.
La experta recuerda que se pueden llevar a cabo revisiones en cualquier momento (incluso en los recién nacidos), "ya que se dispone de equipos adaptados a cualquier edad para realizar las exploraciones oftalmológicas, por lo que ningún niño es demasiado pequeño para poder revisarle la vista".
2. Los ojos y los síntomas clínicos del envejecimiento
Los ojos son unos de los primeros órganos en mostrar los síntomas clínicos del envejecimiento. Esto se debe a que el cristalino (la lente con la que enfocamos las imágenes) es una de las partes del ojo que más pronto y rápido se deteriora. La principal razón es que, a diferencia de la piel, sus células no tienen la capacidad de regenerarse.
Este síntoma de deterioro aparece habitualmente entre los 40 y los 45 años, con una pérdida de elasticidad que merma la capacidad de enfoque y provoca una falta de visión cercana. Se trata del defecto visual conocido como presbicia o vista cansada. Sus síntomas son: sensación de falta de luz cuando se lee, necesidad de alejar los objetos para verlos mejor y mala adaptación visual a cambios en la distancia lejos-cerca.
La presbicia forma parte del proceso natural del envejecimiento y no se puede prevenir, por lo que todos, antes o después, terminaremos padeciéndola. Aunque no es un problema visual grave, es incómoda. Además, es progresiva y va empeorando con el paso del tiempo.
Para corregir la presbicia, la mayoría de las personas escogen las gafas como solución. Sin embargo, existen técnicas quirúrgicas muy efectivas para tratarla que pueden mejorar la calidad de vida. La más habitual es la colocación de una lente intraocular multifocal de última generación que sustituye al cristalino envejecido y que permite la visión a diferentes distancias; próxima (lectura o móvil), intermedia (ordenador) y lejana. Pese a ser un procedimiento muy experimentado que se lleva realizando desde hace más de dos décadas, todavía hay muchas personas que desconocen que la presbicia se puede operar.
Esta operación tiene múltiples ventajas, ya que es una intervención ambulatoria; la anestesia es con gotas (colirio); el tiempo de recuperación suele ser corto y el postoperatorio suele ser muy llevadero. Además, como las lentes intraoculares son personalizadas, se pueden corregir otros problemas visuales asociados y presentes en el paciente (como la miopía, la hipermetropía y/o el astigmatismo).
3. Cataratas: primera causa de ceguera reversible en el mundo
Además de sufrir una pérdida de elasticidad, otro síntoma del envejecimiento es que el cristalino se va volviendo más opaco, deja de ser 'cristalino' y pierde su transparencia. Este problema visual se conoce como cataratas y suele aparecer a partir de los 60 años.
El síntoma principal de las cataratas es que se produce una pérdida de claridad en la visión, que normalmente es progresiva. Puede ocurrir un cambio de graduación más frecuente de lo normal en aquellos que usan gafas o incluso que se precise el uso de gafas cuando antes no hacían falta. Es frecuente también que molesten más las luces de las farolas y los coches por la noche o que incluso durante el día moleste más la luz. Por otro lado, pueden provocar una alteración en los colores y que se vean más amarillentos.
Las cataratas son la primera causa de ceguera reversible del mundo y su cirugía, una de las más frecuentes del mundo. La técnica para realizar la operación de cataratas es la misma que la que se realiza para la operación de presbicia y consiste en colocar una lente intraocular que sustituya al cristalino envejecido. Como las lentes son personalizadas, si el paciente tiene otros defectos refractivos (como la miopía) también se podrán corregir.
4. Las consecuencias emocionales de no ver bien
Según el último 'Estudio de la Visión en España' realizado por Clínica Baviera, se estima que cerca del 80 por ciento de los españoles mayores de 18 años padece algún defecto visual, siendo los problemas refractivos los de mayor prevalencia. Estos defectos se pueden dividir dos grandes grupos. Por un lado, la miopía (mala visión lejana, que sufre el 39 por ciento), la hipermetropía (mala visión cercana, con un 18 por ciento de afectados) y el astigmatismo (visión borrosa a todas las distancias, que padece el 38 por ciento), que afectan sobre todo a los más jóvenes.
El estudio ha permitido comprobar cómo las personas con miopía pueden sufrir una sobrecarga cognitiva a la hora de identificar determinados objetos o textos, lo que les puede generar frustración, falta de atención y emociones negativas.
El estudio concluye que con la visión borrosa los sujetos pierden el interés por aquello que no pueden identificar y desvían su atención, ya que experimentan un esfuerzo emocional negativo y sienten frustración ante la dificultad. Esto podría dar lugar a que se pierda información importante y valiosa de su entorno y podría ayudarnos a explicar por qué hay casos en los que la miopía se asocia al fracaso escolar.
Además de las gafas y las lentillas, otra de las soluciones a la miopía es la cirugía refractiva, que permite al paciente desarrollar su vida normal sin la necesidad de usarlas.
5. Lo que nuestros ojos nos dicen de la salud general
Realizar revisiones oftalmológicas periódicas es importante para poder detectar de forma temprana posibles problemas visuales y comenzar su tratamiento en una fase inicial. Además, estas permiten diagnosticar otros problemas de salud que muestran sus primeros síntomas en el ojo y los tejidos que lo circundan. Es el caso de la hipertensión, el colesterol elevado o el hipertiroidismo, en las que el ojo puede actuar como órgano centinela.
Así, la aparición de pequeños bultos amarillentos en la zona del párpado (xantelasmas) puede estar provocada porque el paciente presente niveles de triglicéridos por encima de lo recomendado (hipertrigliceridemia). Respecto a la hipertensión, se puede manifestar en el ojo mediante una circulación sanguínea anómala en las venas y arterias retinianas.
En el caso del hipertiroidismo, hay algunos síntomas como una sensación de arenilla, lagrimeo, molestias al mirar a la luz, enrojecimiento, hinchazón de los párpados o la protrusión del globo ocular, que puede alertarnos sobre la existencia de un problema de tiroides.
Los primeros síntomas de la diabetes también pueden detectarse en las revisiones oftalmológicas, puesto que esta patología puede provocar alguna pequeña hemorragia en el interior del ojo.
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