SUSANA GOZALO. JEFA DE CIERRE DE '20MINUTOS'
OPINIÓN

Un veredicto necesario

Ana Julia Quezada llega a la Audiencia Provincial de Almería para escuchar el veredicto sobre la muerte violenta de Gabriel Cruz.
Ana Julia Quezada llega a la Audiencia Provincial de Almería para escuchar el veredicto sobre la muerte violenta de Gabriel Cruz.
RAFAEL GONZÁLEZ-EUROPA PRESS
Ana Julia Quezada llega a la Audiencia Provincial de Almería para escuchar el veredicto sobre la muerte violenta de Gabriel Cruz.

El veredicto del jurado popular sobre la muerte de Gabriel Cruz ha confirmado lo que era un secreto a voces: que la entonces pareja de su padre acabó con la vida del pequeño de forma cruel e imperdonable.

Los ciudadanos de a pie no somos expertos juristas y poco o nada sabemos de Derecho, es cierto. Desconocemos los tipos penales. Nos cuesta entender cuál es la línea roja que separa el ensañamiento de la ausencia del mismo. La alevosía es un concepto que se nos escapa y la Justicia es un término en ocasiones demasiado rimbombante para nuestros iletrados oídos en materia jurídica.

Pero los más de los mortales, los que a diario se levantan para sacar a los suyos adelante, sí saben lo que cuesta traer un hijo al mundo. Educarle. Cuidarle. Quererle y proyectar cómo será su futuro y qué oportunidades podrás ofrecerle. Entre esos mortales estaban Patricia Ramírez y Ángel Cruz hasta que la mala suerte se cruzó en su camino y les arrebató los sueños que atesoraban para su pequeño Gabriel.

El jurado popular ha dado a conocer este jueves su veredicto sobre la autora confesa del crimen, Ana Julia Quezada: culpable de asesinato. Y entre la ciudadanía no se concibe que pudiera ser de otra manera. Aunque los juristas discutan aún si un tribunal profesional (formado por magistrados de carrera) la hubiera condenado únicamente por homicidio doloso, lo que conlleva una pena máxima de 15 años.

Sea como fuere, lo cierto es que Quezada será seguramente la primera mujer condenada a prisión permanente revisable en España. La autora del crimen pasará toda la vida en prisión o, en realidad, buena parte de ella. Entre un mínimo de 25 años y un máximo de tres décadas y media.

Con el veredicto, necesario, todos ganamos y todos perdemos. Creo firmemente que esta suerte de 'cadena perpetua' es un fracaso como sociedad. Nos hemos revelado como un equipo humano incapaz de cuidar a los más débiles de entre los nuestros. Y Gabriel Cruz era uno de ellos. Y no solo los desprotejemos, sino que actuamos directamente contra ellos.

Ojalá las cosas fueran de otra manera. Ojalá no hubiera en nuestras filas sociópatas capaces de acabar con la vida de un niño de 8 años y poco más de 24 kilos de peso. Ojalá no hubiera entre nuestros vecinos algunos tan faltos de empatía  que primaran su ambición y su egoísmo por encima de todo lo demás. Ojalá no los hubiera, pero los hay.

Quisiera creer en un Código Penal reinsertivo, pero el devenir de las instituciones penitenciarias no nos da la razón. La prisión permanente revisable es la única solución para gestionar la sociedad que tenemos. Esta condena máxima no va a evitar que otros  incurran en nuevos actos atroces, por supuesto. Quienes usan ese argumento para tratar de derogar la PPR saben que es capcioso.

Otras Ana Julias están por llegar. Y a buen seguro que serán más pérfidas aún, porque los valores de nuestra sociedad se deterioran a pasos agigantados. Pero, con el veredicto de este jueves, sacamos a una de ellas de circulación. Quezada asesinó a Gabriel con "alevosía" y haciendo uso de su "superioridad". Nunca sabremos si ya lo había hecho antes en la persona de su propia hija, que con 4 años se precipitó por una ventana. Sobrevuelan dudas razonables. Pero sí sabemos que no lo volverá a hacer.

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