CARMELO ENCINAS. DIRECTOR DE OPINIÓN DE 20MINUTOS
OPINIÓN

El milagro alemán

Carmelo Encinas, colaborador de 20minutos.
Carmelo Encinas, colaborador de 20minutos.
JORGE PARÍS
Carmelo Encinas, colaborador de 20minutos.
La frase la acuñó The Times en 1950. En solo cinco años, Alemania surgía de las cenizas de la guerra obrando una reconstrucción relámpago que bautizó como "el milagro alemán". Tras él, aparte del esfuerzo ciclópeo de un pueblo humillado y abochornado por los horrores del régimen siniestro que lo gobernó, estaba la lluvia multimillonaria de dólares con que el Plan Marshall regó su maltrecha economía. Ese 'milagro' no solo permitió a los alemanes recuperar sus finanzas, sino también el orgullo nacional y caminar con la cabeza alta por la senda de la democracia.
España no tuvo esa suerte. Aquí el Plan Marshall no pasó de la película de Berlanga porque Franco prefirió seguir mandando a que nuestro país fuera tocado por la varita mágica de los americanos. A Alemania le impusieron la democracia manu militari; nuestro país hubo de ganársela tres décadas después con un alarde de talento político, deseos de reconciliación y unas ansias imparables de libertad. 
Cada país tiene sus luces y sombras, y nadie debería juzgar a nadie desde una supuesta superioridad moral como hizo el vicepresidente del grupo parlamentario socialdemócrata en el Bundestag cuando rebajó nuestra calidad democrática a los niveles de Polonia o Turquía, o la ministra de Justicia, que luego rectificaría, cuando soltó lo de que Carles Puigdemont "ahora viviría libre en un país libre". Solo la estupidez o la ignorancia pueden explicar expresiones así. Baste decir que un Puigdemont alemán nunca habría sido alcalde de su ciudad ni diputado de ningún Parlamento regional, y mucho menos presidente de un land. Y no sería posible simple y llanamente porque en Alemania el independentismo está prohibido.
Ignoro qué extraño prejuicio condujo al tribunal de Schleswig-Holstein a rechazar la entrega del prófugo por rebelión y hasta de poner en duda la malversación. Y lo que es aún peor, qué le llevó a actuar como una instancia superior y decidir sobre su  futuro procesal. En dos días, y sin escuchar otro testimonio que el de Puigdemont, se dio el lujo de juzgar unos delitos que el Tribunal Supremo español lleva investigando e instruyendo varios meses.
Soy de los que piensan que el delito de rebelión se sostiene con alfileres en el auto del juez Llarena y que habría sido más riguroso optar por el de sedición o el de conspiración para la rebelión, como se está considerando ahora para reforzar la euroorden, pero a ningún juez alemán le corresponde decidirlo, como le ha recordado la propia Fiscalía germana y como creo que se entendió en la reunión que mantuvieron con los fiscales españoles en La Haya. El principio que rige en los tratados europeos es el de la confianza mutua, y su actitud ante dicha euroorden vulnera los acuerdos que conforman la Unión Europea. 
Uno de cada ocho alemanes pasa sus vacaciones en España, donde se sienten tan seguros, libres y bien tratados como en su propio país, por eso repiten. Los españoles también hicimos nuestro milagro, y sin hada madrina.
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