Valencia inició hace una semana el segundo año sin Rita Barberá en la Alcaldía tras casi un cuarto de siglo de poder absoluto de la que llegó a ser «la alcaldesa de España». La noche del 24 de mayo de 2015 supuso un duro golpe para el PP, y en concreto para Barberá, a la que muchos consideraban incombustible. Podría haberse retirado en la cumbre, pero se presentó y perdió la mitad de los votos y de los ediles. Sin matices.
Sin embargo, el auténtico tsunami para los populares llegó en enero, con la operación Taula, que los ha dejado en coma profundo, con nueve de sus diez concejales investigados y con una gestora. Apartados del partido, los ediles que gobernaron con Barberá intentan liderar la oposición a Joan Ribó. Acosada por sus problemas judiciales, la exalcaldesa ha desaparecido del foco. Ciudadanos, con Fernando Giner a la cabeza, muestra un perfil más conservador que en Les Corts, quizá para comer terreno al PP. La duda es si lo está aprovechando.
La ciudad, mientras tanto, ha cambiado. En movilidad, urbanismo, impuestos... Para bien o para mal, eso lo juzgarán los votantes. Ribó se ve con ganas de seguir y, por qué no, de presentarse en 2019, pero se lo tiene que pensar. No quiere repetir un error como el de Barberá.
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