Muchos dimos los primeros pasos en el comercio electrónico reservando billetes de tren. El gancho de evitar colas de Renfe era más tentador que el miedo a dar los datos de la tarjeta. Ganamos confianza y pasamos a comprar electrónica y libros. En ropa se avanza, pero más despacio... Y al final, la tecnología se ha topado con la comida. Aún preferimos comprar carne y pescado en persona. Nada como los sentidos.
OPINIÓN11.04.2018 - 22:16h
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