IRENE LOZANO. ESCRITORA
OPINIÓN

Carta a Mariano Rajoy, Presidente del Gobierno

Periodista, escritora y política.
Periodista, escritora y política.
JORGE PARÍS
Periodista, escritora y política.

Es usted un tipo con suerte, querido Mariano, la vida le ha dado una segunda oportunidad. Apenas unos meses atrás -después del batacazo electoral del 20D- su supervivencia política pendía de un hilo. Los más atrevidos fantaseaban con la idea de quitarle de en medio. De hecho, durante unos días estuvo usted más muerto que vivo, ¿lo recuerda? No era nada personal, sólo una necesidad nacional de pasar página, de no hablar más de los sms de Bárcenas, de la Gürtel, de los discos duros. La querencia del cambio parecía haber arraigado y cuando todos estaban seguros de que las cosas no podrían seguir como siempre, usted dijo: en efecto, iremos para atrás. Y ahí que vamos, triunfantes hacia el pleistoceno. Lo llaman ya al suyo el Gobierno Monterroso: "Cuando despertó, el dinosaurio seguía ahí".

Bien, hasta ahí los hechos: lo tenemos a usted otra vez de presidente. No vale la pena seguir ahondando en ello, teniendo en cuenta la ya muy elevada tasa de suicidios en nuestro país. ¿Cómo conservar entonces la esperanza? Dicen que cuando uno ha estado muy cerca de la muerte -política, en su caso- vuelve a la vida con otro espíritu, con un ánimo distinto. ¿Quién no nos dice que ahora el Mariano de la segunda oportunidad no pudiera querer dársela a todos los españoles? Imagínelo por un momento, imagínese a sí mismo como un hombre justo, limpio, sensible. Piense en aquellos desahuciados que se quedaron sin casa porque usted no los protegió, ¿no le gustaría darles una ley hipotecaria que les permitiera reconstruir sus vidas? Piense en esos refugiados ahogándose en el Mediterráneo a centenares, ¿no se sentiría magnánimo acogiéndolos como desean la mayoría de los españoles? Visualice un instante a esa joven doctora que acaba de marcharse por la imposibilidad de investigar en España, ¿no le gustaría, con una inversión generosa en i+D+I, recibirla de nuevo y darle la oportunidad de trabajar aquí con todos nosotros? Calcule el exiguo salario de ese abogado en prácticas, de los miles de emprendedores en negro, de los trabajadores pobres ¿no le gustaría que empezaran a verle como un tipo empático?

En algún momento usted debió de sentirse como ellos: desahuciado, naufragado, explotado, exiliado. No desaproveche la ocasión de dar lo mejor de sí mismo esta vez. Demuéstreles lo que ha aprendido. Déles a esos millones de personas la segunda oportunidad que usted va a disfrutar.

Atentamente, Irene Lozano

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