El fútbol se mantiene cómodo dentro de su burbuja, irrompible y alimentada con petrodólares o derechos televisivos. En su interior, habita un gremio de privilegiados que por dos horas de trabajo al día —más plus de fin de semana—se embolsan millones de euros al mes. Al menos, que cundan ejemplos como el de Mata, que propuso destinar el 1% de su sueldo a fines benéficos. No abunda la conciencia dentro de la burbuja.
OPINIÓN24.04.2018 - 07:09h
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