Se acabó el buen rollo. Ramón Espinar y Rita Maestre no pueden fingir ni un minuto más. Espinar utiliza su historia del pisito para erigirse en víctima de una supuesta conspiración como si los ‘poderes fácticos’ quisieran favorecer a su rival. Sabe que Maestre tiene las manos atadas y que no puede afrontar la maniobra sin riesgo de que la acusen de traidora. Pero las redes arden en su batalla de Madrid. Y Podemos también.
OPINIÓN09.11.2016 - 06:54h
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