La división pulveriza a la derecha

Quién lo iba a decir en diciembre, cuando las llamadas 'tres derechas' lograban la inédita gesta de arrebatar al PSOE su feudo en Andalucía. Cuatro meses después, su división no sólo les ha hurtado el triunfo en las generales, sino que las ha pulverizado.

Quién lo iba a decir... Pues sí, hoy está claro que quien lo vio fue un tal Sánchez; un político que hace apenas 10 meses, minutos antes de la moción de censura a Rajoy, era solo el correoso jefe de una famélica bancada socialista; un político que hoy, tras un breve Gobierno centrado en el más desnudo márketing electoral, no sólo ha arrasado sino que ha doblado en escaños a un PP absolutamente hundido, hecho trizas, pese a mantener la segunda posición.

A favor del socialista, esta vez, jugaba la Ley D'Hont, que al revés del caso andaluz, penaliza la fragmentación electoral en las circunscripciones pequeñas. Pero además, contaba con un recurso nuevo: la bandera del miedo a la extrema derecha.

Y es que la irrupción de Vox ha sido, además de una carcoma nacida de las entrañas del PP, un caballo de Troya al que el CIS dio alas y el propio Sánchez intentó traer a los debates televisados.

La derechización del PP y el propio relevo en la cúpula no han servido para frenar la deserción del voto emocional de la derecha patriótica, y sí para engordar el voto liberal. Casado, que ha pagado por los pecados de sus mayores y se ha librado del sorpasso por los pelos, ahora tendrá que aguantar la presión de Abascal y medirse de igual a igual con un Rivera imparable, en alza.

Solo un pacto de Gobierno del líder de Ciudadanos con Sánchez vendría a salvar al vapuleado líder del PP. Pero el escenario aún electoral lo hace altamente improbable. Ganan la izquierda y los independentistas.