JOSE ÁNGEL GONZÁLEZ. PERIODISTA
OPINIÓN

China silencia al Dalai Lama

José Ángel González, escritor y periodista.
José Ángel González, escritor y periodista.
JORGE PARÍS
José Ángel González, escritor y periodista.

No en Mao sino en Confucio se deben buscar las claves para entender el milagro chino. La combinación para el triunfo, decía el maestro, es la suma del "deseo de ganar, el deseo de triunfar y la urgencia de alcanzar el máximo de tus posibilidades". La República Popular China está en ello y nadie entra en pánico aunque sobren las razones.

Primera potencia mundial desde 2014, China ha invadido el mundo de una forma cautelosa pero imparable. En 1990 producía el 3% de los bienes de consumo. Ahora ronda el 30 y estremece pensar hasta que nivel lo chino está entre nosotros: el 90% de los ordenadores, el 60 de los zapatos, el 80 de las bombillas, el 60 del cemento y el 50 de la carne de cerdo son made in China. El país mueve el 16,5 del PIB planetario y en la caja registradora manejada en Beijing entraron el año pasado casi 21.000 billones de dólares, lo doble que en 2010.

La ocupación también es ideológica. El carismático Papa Francisco, que concede audiencia a ritmo de coche de carreras, se niega a recibir al Dalai Lama. Cuando los periodistas preguntan el motivo, los servicios de prensa vaticanos dan una respuesta que parece de la Moncloa de Rajoy: "por razones obvias". El gran jefe católico está haciendo todo lo posible por ser el primer Papa en visitar China, donde el líder religioso tibetano es señalado como culpable de separatismo.

Tampoco las Naciones Unidas, por el veto chino, han admitido la voz del Dalai. Es cierto que Tíbet no es un estado miembro, pero tampoco lo es el Vaticano, simple observador, y Francisco, como todos sus antecesores, se dirigirá a la Asamblea General a finales de este mes. Aunque algunas organizaciones de derechos humanos han pedido al Papa que mencione en el discurso la situación del Tíbet sometido, no hay ninguna probabilidad de que lo haga: le importa más no incomodar a China, donde 12 millones de católicos están siendo acosados para que formen parte de la llamada Asociación Católica Patriótica China controlada por el Partido Comunista, que demolió 1.200 cruces de iglesias en 2015.

Es desalentador comprobar como el ostracismo alentado por China contra el Dalai, Premio Nobel de la Paz y uno de los seres humanos más queridos en el mundo, es admitido por los gobernantes de Occidente -en una reciente gira por Europa sólo fue recibido por funcionarios ornamentales-. Pero también es estimulante que una persona con el buen humor como arma y la compasión como fundamento, ponga nervioso a un régimen que considera secreto de Estado el número de condenados a muerte por delitos entre los que figuran la cobardía o las fugas de prisión. En la última década fueron ejecutados en China, según observadores independientes, entre 20 y 40.000 personas (en el resto del mundo, 9.000). Otro triunfo estadístico: China es el país con las leyes y la justicia más letales de la Tierra.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento