Trump inflama al mundo. A jueces, fiscales, alcaldes, organizaciones humanitarias y a líderes de aliados como Francia, Alemania o el Reino Unido. Hasta la ONU rechaza su veto a los ciudadanos de varios países musulmanes. Todos lo afean menos Rajoy. Dice que no le gustan los vetos ni las fronteras, pero tampoco los gritos ni estridencias. La tibieza además de servil puede ser temeraria.
OPINIÓN01.02.2017 - 06:31h
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