ALFREDO MENÉNDEZ. Periodista
OPINIÓN

La siesta de la democracia

Alfredo Menéndez, colaborador de 20minutos.
Alfredo Menéndez, colaborador de 20minutos.
JORGE PARÍS
Alfredo Menéndez, colaborador de 20minutos.

Para los que votan. Para los que se abstienen. Para los que votarán lo mismo. Para los que cambiarán de voto. Para los que votarán nulo. Para los indecisos. Para todos. Parece ser que la pereza reinará el próximo 26 de junio como si la democracia se echara una siesta de estas en las que suena el Tour de Francia de fondo o con uno de esos partidos interminables de Wimbledon. Y, hombre, razones parece que no van a faltar para el sesteo de los votantes: ya estaremos en los primeros días del verano y se supone que con medio cuerpo metido en la piscina, los niños andarán de vacaciones escolares con más tiempo libre que planes si han aprobado y con más academias que tiempo libre si han cateado, y los más madrugadores estarán en un atasco camino de la playa, del pueblo o de la montaña para seguir desde allí la ronda de contactos del rey más de chancla y bermuda de la democracia española. Pero frente a la pereza del voto, diligencia democrática. Incluso en verano.

Hay dos maneras de enfrentar el voto o el veto, según el caso: desde el punto de vista del "yo voté bien: a mí que no me líen y que no me reinterpreten la papeleta". Y desde el punto de vista de "no supieron entender mi mandato y ahora me toca volver a meter el sobre en la urna y no me apetece". Para los primeros lo más recomendable es mantener la idea votada: no se vota bien o mal. Se vota y punto. Uno no se equivoca votando, aunque lo haga por inercia, por gamberrismo o por desidia. El mayor acto de revolución ciudadana será votar lo mismo. Aunque incluso en este caso será interesante juzgar si la candidatura votada el 20 de diciembre ha estado a la altura de sus expectativas: si lo ha estado, adelante. Si no, puede ser un gran día: plantéeselo así. Han sido cuatro meses muy intensos y de sobreexposición de los partidos, con lo que tenemos muchos elementos de juicio para saber si lo han hecho bien o mal.

Ahora bien. Si está en la segunda categoría, la de "no han entendido lo que he dicho", tiene todo el derecho a sentirse ligeramente mosqueado, aunque lamento comunicarle que su capacidad de mosqueo no ha hecho nada más que empezar. En las papeletas no hay una segunda opción. No hay un plan B ni una pregunta del tipo "con quién quiere que pacte su partido / con quién NO quiere que pacte su partido". Según están las cosas, sería lo deseable. Pero si con una elección simple nos complicamos así la vida, casi mejor no imaginar otros escenarios. El arcano de interpretar nuestra intención de voto es la clave de todo esto: el mismo experto podrá decir lo mismo y lo contrario con apenas un puñado de votos.

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