Carlos Santos Periodista
OPINIÓN

Gloria a Bach en las alturas

Uno de los conciertos de la edición del festival Música en Segura de 2016.
Uno de los conciertos de la edición del festival Música en Segura, de 2016.
MÚSICA EN SEGURA
Uno de los conciertos de la edición del festival Música en Segura de 2016.

Bach existe. La otra tarde se apareció sobre el cerro de Góntar, frente al castillo de Segura de la Sierra, en la explanada que en tiempos remotos usaban los chicos para jugar al fútbol. Ahora en ese pueblo de Jaén, que ha pasado de 700 habitantes a 140, quedan pocos chicos, pero la aparición de Bach en las alturas permite también tener sueños de altura.

Por iniciativa del clarinetista Daniel Broncano, el dios de la creación sonó monte arriba con la armónica de Antonio Serrano, el teclado de Daniel Oyarzabal y el contrabajo de Martín Caminero que, con otros intérpretes de primer orden, han traído a la sierra la mejor música de los últimos siglos: Raquel Andueza, Forma Antiqua, Antonio Galera, Isabel Villanueva, Andrea Motis… la orquesta Ciudad de Granada, con Andrés Salado y Leticia Moreno, tocó en la almazara de una cooperativa y el pianista Mario Mora llevó a Mahler y Schubert a un paraje que a los dos encantaría, sobre el vallecillo del Trujala, horas después de que Neopercusión y Cuarteto Seikilos volvieran a hundir el Titanic en la oceánica piscina de Armujo.

Siete años lleva Broncano convirtiendo sueños en realidades, con el festival Música en Segura. La idea no es atraer turistas ni entretenerlos, aunque la industria cultural tiene benéficas conexiones con la del ocio, que a su vez las tiene con el negocio turístico, tan importante en España. La idea es ser y estar, existir, crear tejido social, seguir dando pedales a la historia y vivir, ¿por qué no?, las mismas sensaciones que un danés o un neoyorquino, con el añadido autóctono de la naturaleza virginal y el cielo lleno de estrellas.

La cultura no es el alimento espiritual de las élites sino el conjunto de conocimientos y emociones que nos permiten crecer en un medio hostil. No la hacen los dioses sino los humanos. O sea, que gloria a Bach en las alturas pero, sobre todo, gracias a los hombres y mujeres que con su talento creativo hacen el mundo mejor.

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