OPINIÓN

Platos rotos

  • "Las cosas empezaron a torcerse cuando Enrique, duque de Sussex, anunció su propósito de casarse con Meghan Markle".
Los príncipes Guillermo y Harry en el funeral del duque de Edimburgo, en abril de 2020.
Los príncipes Guillermo y Harry en el funeral del duque de Edimburgo, en abril de 2020.
GTRES
Los príncipes Guillermo y Harry en el funeral del duque de Edimburgo, en abril de 2020.

Las peleas entre hermanos y las riñas de cuñados ocurren hasta en las mejores familias y la de los Windsor, qué duda cabe, lo es. Lo que las hace diferentes es que las suyas trascienden rápidamente a los medios y si se descuidan un poco dejan huella en a la historia.

Guillermo y Enrique, los hijos del príncipe de Gales, segundo y sexto herederos en la línea de sucesión al trono del Reino Unido, pese a su dispar carácter y personalidad fueron siempre dos hermanos muy cercanos que, especialmente tras la trágica muerte de su madre, la princesa Diana, se apoyaron mutuamente.

La boda de Guillermo, duque de Cambrigde, con Kate Middleton no rompió aquella estrecha relación. Las cosas empezaron a torcerse cuando Enrique, duque de Sussex, anunció su propósito de casarse con Meghan Markle. Su hermano le insistió en que no debería precipitarse y le recordó que él mismo tuvo que esperar más de cuatro años hasta que la familia real dio el consentimiento para su boda. Enrique no esperó tanto y un año después contrajo matrimonio en el castillo de Windsor con una joven actriz norteamericana que ya desde el primer momento dio sobradas muestras de su fuerte personalidad.

Los primeros roces entre hermanos y cuñadas, según ha reconocido Meghan, vienen ya desde antes de la boda y ahora se han difundido con mayor detalle por la famosa entrevista que la pareja concedió a Oprah Winfrey en la televisión americana, que no ha venido precisamente a arreglar las cosas.

En los últimos tiempos, el distanciamiento era más que evidente desde que los Sussex decidieron establecerse en California y desvincularse de sus obligaciones con la corona.

El fallecimiento del duque de Edimburgo, su abuelo, ha vuelto a reunir a los hermanos. Una ocasión propicia para retomar la relación y recomponer los platos rotos.

“Aunque la casa arda que no se vea el fuego” sobre todo si el humo amenaza con salir del Palacio de Buckingham. Los Windsor han deseado, y no siempre con éxito, que las cuestiones de la familia se resuelvan dentro de sus paredes. A ver si en esta ocasión lo consiguen.

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