Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

No es cohesión, es monolingüismo

Una profesora da clase a sus alumnos en la Escola Catalonia de Barcelona.
Una profesora da clase a sus alumnos en la Escola Catalonia de Barcelona.
EFE
Una profesora da clase a sus alumnos en la Escola Catalonia de Barcelona.

Se agita una campaña de angustia por el futuro del catalán. Como ahora ya no hay presos, los soberanistas lloran por la lengua. En realidad, el alarmismo no se sostiene en ninguna base empírica: el número de catalanohablantes no ha disminuido ni existe ningún dato que indique que corra peligro de extinción. Otra cosa es que los jóvenes se socialicen más en castellano que en catalán. Hoy muchos aceptan que el debate independentista perjudicó a la lengua catalana, porque la asoció a una opción determinada. Pero lo que todavía no se reconoce es que el monolingüismo que practica la Generalitat ha convertido al catalán en una lengua de imposición y a veces hasta antipática.

La sociedad catalana es bilingüe, tiene dos lenguas oficiales, tal como recoge el Estatuto de Cataluña, y tanto la escuela como la Administración pública deberían respetar ese principio, así como los derechos lingüísticos de todos, también de los castellanohablantes. Y eso se vulnera claramente, unas veces en nombre de la cohesión y otras aduciendo que el catalán está en peligro.

"El monolingüismo que practica la Generalitat ha convertido al catalán en una lengua de imposición"

Cuestión diferente es que la lengua catalana necesita de promoción y apoyo en algunos ámbitos, particularmente en el campo audiovisual. Está muy bien que se garantice que haya contenidos en todas las lenguas españolas en plataformas como Netflix, HBO, Prime Video, Disney +, etc. La defensa del plurilingüismo es un deber del Estado, que lo hace en general con buena nota, tal como reconoce el Consejo de Europa. No hay nada que criticar al acuerdo entre ERC y PSOE para que un mínimo del 5% del doblaje sea en catalán en esas grandes plataformas. Pero la Generalitat cuando llora en este tema es hipócrita. Desde 2010 hay una ley que permite que el 25% de las películas que se exhiben en las salas de cine en Cataluña sean dobladas o subtituladas en catalán. Ahora mismo no alcanza el 3%. Los gobiernos independentistas han sido incapaces de desarrollar la normativa y poner los medios necesarios para ello.

La obsesión de los nacionalistas es siempre la escuela, donde se empeñan en imponer el monolingüismo en nombre de la cohesión. Pero la inmersión lingüística es un fracaso triple. Vulnera derechos individuales porque excluye al castellano como lengua vehicular. Es anticonstitucional y por eso el TSJC da siempre la razón a las familias que piden un mínimo del 25% en castellano. Y, finalmente, tampoco logra que los jóvenes hablen más catalán. Ahora el Govern quiere enviar a comisarios lingüísticos a las escuelas para denunciar a los profesores que utilizan el castellano en sus aulas, y también para vigilar que en los patios los niños juegan en catalán. Delirante. Las políticas lingüísticas solo son buenas si suman, no cuando persiguen o excluyen.

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