Joan Ferran Historiador y articulista
OPINIÓN

Hacer cola

Gente haciendo cola para entrar al festival Llum BCN.
Gente haciendo cola para entrar al festival Llum BCN.
ACN
Gente haciendo cola para entrar al festival Llum BCN.

Las colas han vuelto. Se forman en cualquier parte. Nadie sabe si van a quedarse o a difuminarse cuando llegue la sacrosanta inmunidad de rebaño. Las hay en expendedores de lotería, centros sanitarios, supermercados, tiendas de ropa y restaurantes. Colas grandes y pequeñas; colas únicas o divididas; colas que van por número, por turno o por azar. 

En tiempos de bonanza, antes de que el virus se manifestara, las colas las protagonizábamos los ciudadanos huyendo de la ciudad en vacaciones o fines de semana. Aún recuerdo el desdén de los engreídos hacia las noticias que nos llegaban de otros países donde la población aguardaba paciente su turno para abastecerse de alimentos o atención sanitaria. La prepotencia, por desgracia, anida en algunas mentes de nuestros conciudadanos. Pero lo cierto es que las cosas se han complicado y hoy nos vemos todos en fila india con distancia de seguridad. 

Así las cosas, lejos de lamentarnos por las molestias, podríamos intentar reconducir el tema subsanando errores. Por ejemplo, si cuando se abrió el proceso de vacunación todo el mundo hubiera acudido al ritual del pinchazo, ahora no habría prisas ni colas para conseguir el certificado de vacunación. Si las entidades bancarias no redujeran personal y oficinas, actualmente no habría aglomeraciones y colas en las sucursales abiertas. Si con antelación hubiéramos adquirido los regalos o el décimo de lotería, hoy... 

Nos toca aprender a vivir bajo nuevas condiciones sociales y sanitarias. Esforcémonos.

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