OPINIÓN

Gana la innovación alimentaria, gana el consumidor

  • Por Iñigo Charola, CEO de BioTech Foods
Un hamburguesa vegana
Un hamburguesa vegana
JUST EAT
Un hamburguesa vegana

Con el Pacto Verde Europeo como hoja de ruta, y siendo la sostenibilidad del sistema alimentario uno de los principales retos medioambientales, surgen debates políticos que, por el contrario, cuestionan el progreso hacia esa transición verde y eficiente. 

El Parlamento Europeo acaba de rechazar una enmienda que pedía limitar denominaciones como 'hamburguesa', 'salchicha', 'filete' y 'escalope' exclusivamente a los productos cárnicos tradicionales. La intención era prohibir su uso para referirnos, por ejemplo, a alimentos de base vegetal que responden a estas formas, como las hamburguesas veganas de sobra conocidas ya en el mercado. 

El asunto ha sido muy debatido en Europa por tratarse, para algunos, de una especie de agravio a la carne animal y ha enfrentado a productores y consumidores de alimentos vegetarianos y ciertos sectores de la industria cárnica. Para los que trabajamos en el campo de la innovación e investigación foodtech enfocada a las proteínas alternativas, esta 'pelea' de vocablos también ha supuesto un profundo desconcierto. Lo que se pretendía 'limitar' a través de esa enmienda, que afortunadamente no ha prosperado, va mucho más allá de una simple discusión terminológica. De ahí nuestra preocupación. 

Poner obstáculos a la introducción de nuevos alimentos estrictamente testados creemos que no es el camino

Poner obstáculos a la introducción de nuevos alimentos estrictamente testados que permiten diversificar la cadena de suministro alimentaria creemos, sinceramente, que no es el camino más apropiado para responder a los objetivos de sostenibilidad que nos marca nuestro Green Deal. Tampoco lo es para favorecer la creación de trabajos cualificados en el campo de la innovación, un elemento imprescindible, que nos permite avanzar hacia modelos productivos más competitivos y resistentes a las diferentes crisis a las que se enfrenta la economía cíclicamente

Otro de los argumentos del debate ha sido la supuesta intencionalidad de provocar confusión en el consumidor… Que productos de origen vegetal lleguen al mercado en formatos populares e internacionalmente extendidos como el de las salchichas o las hamburguesas no tiene otra intención, a nuestro modo de ver, que aprovechar precisamente el conocimiento que como consumidores tenemos de ese tipo de alimentos. 

Es decir, sea cual sea su composición (ternera, cerdo, pollo, tofu o garbanzo), todos sabemos o estamos familiarizados con los modos adecuados de cocinar una hamburguesa, por ejemplo. Ampliar la tipología de un formato de producto asentado en nuestras culturas, como puede ser la hamburguesa o la salchicha, no debería preocuparnos tanto como el impacto ambiental que genera su producción.

Hacen falta soluciones innovadoras 
y un sistema de reglamentación claro

A medida que aumenta la demanda de proteínas, se hace más urgente que nunca la necesidad de buscar nutrientes y alternativas que nos permitan diversificar las opciones de una alimentación saludable para la población global… y sostenible. Para ello hacen falta soluciones innovadoras y un sistema de reglamentación claro y de base científica que apoye las nuevas técnicas de producción de alimentos, permita una mayor elección al consumidor y mejore la seguridad alimentaria. El cultivo de células de origen animal y la extracción de proteína vegetal para la producción de alimentos son unas de esas soluciones innovadoras que nos permite tanto minimizar los riesgos ante enfermedades de origen animal como rebajar la contaminación que genera nuestro sistema alimentario actual.

Desde BioTech Foods, aun dedicándonos a la investigación y producción de carne cultivada de origen animal, nos alegramos de esta decisión del Parlamento Europeo que afecta a la carne de origen vegetal pero rompe barreras impulsadas por un sector que parece que aspira a tener un consumidor cautivo. El resultado de esta votación evita, por el momento, que Europa se quede atrás frente a otras potencias como EE UU, donde no se ha planteado en ningún momento esta problemática terminológica en torno a las hamburguesas de proteína vegetal ni sobre otros productos vegetales.

La sostenibilidad alimentaria debe apoyarse en la innovación

La carne cultivada ofrece un sistema respetuoso con los animales y contribuye a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y el gasto de agua y suelo, todos ellos recursos tan necesarios y que necesitan nuestra máxima atención. El objetivo de esta, y otras fuentes alternativas de proteína, es poner productos a disposición del consumidor que nos permitan tener un sistema de producción alimentaria más equilibrado, y consecuentemente más sostenible. La demanda de carne para alimentar a una población mundial en aumento, que se estima alcance los 9.700 millones en 2050, será de 470 millones de toneladas, según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Esto requiere de alternativas que limiten la dependencia exclusiva de un único sistema de producción. 

Entre estas, es muy probable que la carne cultivada se introduzca en el mercado en esos mismos formatos comunes: hamburguesa, salchicha, albóndigas… tan cercanos al consumidor medio. La razón fundamental es facilitar que la decisión de compra de las personas esté basada en criterios objetivos, que permitan decidir entre un tipo de hamburguesa y otro en función de nuestras preferencias alimentarias y convicciones: cárnicas, flexitarianas, vegetarianas, veganas....

La sostenibilidad alimentaria debe apoyarse indiscutiblemente en la innovación, por lo que cualquier veto injustificado a nuevos productos que miran a la sostenibilidad supondrá un freno al progreso y al futuro de nuestra alimentación.

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