Helena Resano Periodista
OPINIÓN

Descanso real

Harry, nieto de la reina de Inglaterra, y su mujer, Megan Markle, (los duques de Sussex) han anunciado que dejan la vida pública durante seis semanas. Que necesitan desaparecer un tiempo, tomárselo para ellos y marcharse lejos del Reino Unido. Un reportero logró que durante su último viaje oficial por Sudáfrica confesaran que llevaban un tiempo agobiados, que la presión de los medios había sido por momentos insoportable y que especialmente ella –actriz, norteamericana, acostumbrada a los medios, revistas, periódicos y alfombras rojas– nunca creyó que la situación iba a ser tan terriblemente agobiante.

Informar no es crucificar, informar no es juzgar. Informar es denunciar abusos, desmanes, corrupción, incoherencias, mentiras... Desde luego, hay una línea que en los medios anglosajones se desdibuja bastante: en Estados Unidos, un escándalo sexual, una infidelidad, puede costar la carrera política de un candidato. En Europa, la vida sentimental de los políticos importa, pero no tiene un coste en votos o no suele tenerlo. Y pongo como ejemplo, no el que están pensando, el de François Hollande. Se divorció estando en El Elíseo, se le descubrió un idilio con una actriz y ahí estuvo, sin que nadie cuestionara su valía política.

Respetando esas líneas rojas, todo lo demás –lo siento Megan y lo siento Harry– va en el cargo. Ninguno de nosotros podemos llegar un día a la oficina o al trabajo y decirle al jefe que la presión nos tiene agobiados y que necesitamos seis semanas como mínimo de descanso (al margen de nuestras vacaciones de verano, Navidad, Semana Santa, puentes, festivos, etc.). No nos lo podemos permitir porque, seguramente, primero perderíamos el trabajo y, después, porque no tendríamos de qué vivir.

Cada uno lleva su propia cruz, y en el caso de la realeza, señores, hay que aguantar las críticas si se denuncia que los duques de Sussex viajan en avión privado mientras luego defienden control de emisiones por el cambio climático, se denuncia que sus vacaciones familiares son de lujo o que se han gastado una millonada en reformar uno de sus castillos para acomodarlo a su nueva vida.

Sí, la prensa puede ser a veces cruel, y puede superar los límites. Y aquí debemos hacer autocrítica. Harry lleva grabado a fuego esos excesos, su madre los sufrió durante años y acabó muriendo en un puente de París perseguida por los fotógrafos. Pero hay algo que también debería decirse mucho más a menudo, sobre todo a esa generación en la que se aspira a ser famoso sea como sea, haciendo nada o simplemente presentándose a un concurso: ser famoso no es divertido, ni tampoco es una profesión.

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