Casi cuatro décadas en las que las cosas, afortunadamente, han cambiado en su profesión. Aún recuerda, con una amplia sonrisa en los labios, cuando era el conductor del Ford a pedales del 1912 que se utilizaba en la época para realizar los servicios de salvamento. «Fui el conductor de ese cacharro durante 28 años. Me hice cargo de esa labor tras el fallecimiento del anterior conductor del vehículo, el compañero Jaimito, al que llamábamos así por su pequeña estatura», recuerda Rafael. Y añade, «bautizamos al Ford con el nombre de Jaimito para homenajearlo. Ésta es una más de las anécdotas que se han grabado en mi memoria».

«Son muchos años al pie del cañón y muchos recuerdos buenos y algunos, no tanto», continúa relatando. También recuerda, con nitidez, el incendio de Escombreras en 1967: «Yo estuve allí durante 15 días y me tocó vivir esa experiencia tan terrible».

Las riadas alicantinas de 1968 y el rescate de pasajeros del tren que chocaron de frente en el trayecto Sant Joan-El Campello fueron servicios suyos.