Según la sentencia del caso los hechos ocurrieron en el paseo de Vizcaya sobre las 21.00 horas del 30 de junio de 2004, cuando el acusado se acercó a dos menores que se encontraban en el lugar y
preguntó a una de ellas si ya había mantenido relaciones sexuales.
Posteriormente
le introdujo la mano por dentro del pantalón y le tocó el glúteo, al tiempo que le daba un número de teléfono y le decía que si quería pasar un buen rato le llamara.
En su sentencia,
el juez otorga total credibilidad a la versión de la agredida y su amiga, ya que, a su entender, ambas gozan de verosimilitud, resultan creíbles y han persistido en su incriminación desde el primer momento.
Por el contrario,
el acusado, camarero de un bar donostiarra,
cambió la declaración que prestó en fase de instrucción al asegurar durante la vista oral que la menor podría haberle acusado falsamente para vengarse de que en una ocasión él la había expulsado del establecimiento por fumar.
La sentencia, que no es firme, considera que
estos hechos son constitutivos de un delito de abusos sexuales por el que
condena al imputado al pago de una multa 8.100 euros.
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