Los acusados de vender queso con brucelosis y afectar a unas 100 personas niegan los hechos

Los acusados por un delito contra la salud pública y lesiones imprudentes por supuestamente vender queso con brucelosis y provocar enfermedades a unas 100 personas de Palma del Río (Córdoba) han negado los hechos y han afirmado que ellos "nunca se han dedicado a elaborar y comercializar queso".

Los acusados por un delito contra la salud pública y lesiones imprudentes por supuestamente vender queso con brucelosis y provocar enfermedades a unas 100 personas de Palma del Río (Córdoba) han negado los hechos y han afirmado que ellos "nunca se han dedicado a elaborar y comercializar queso".

Uno de los procesados, I.M.M. propietario de la finca El Coscojal, de donde presuntamente provenía el queso, ha asegurado que nunca ha fabricado ni vendido queso de cabra y que en el periodo del suceso, en abril de 1999, aunque formalmente figuraba como administrador, él no llevaba la finca, sino que era su padre, ya fallecido.

Durante su declaración, ha explicado que él aparecía por la finca una vez al mes y no tenía ningún poder ejecutivo en ella, no entendía nada de llevar una ganadería y la presencia de las cabras en la finca era por un favor que le hizo su padre al cabrero, ya que él no tenía otro lugar.

De hecho, asegura que la finca nunca ha tenido ganado caprino, sino que se dedicaba a becerros para producir carne y no leche, por lo que "no había ninguna estancia dedicada a fabricar quesos". En cuanto a la propiedad de las cabras, ha reconocido que era él, pero debido a que su padre estaba jubilado y no podía ponerlo a su nombre.

Por su parte, el otro procesado, R.R.I. ha dicho que era encargado agrícola en esa finca y su función era la labor del campo. Ha precisado que su suegro, también fallecido, era quien tomaba todas las decisiones sobre las cabras y la leche que se obtenía de ellas iba a una central de Fuente Palmera (Córdoba).

De este modo, ha asegurado que nunca ha visto que en la finca se hiciera queso y ha negado que él se haya dedicado a fabricarlo, ni venderlo en distintos establecimientos de la localidad.

Por su parte, uno de los afectados por la brucelosis, un propietario de un bar de Palma del Río, ha declarado que quien le vendió el queso fue el suegro del segundo procesado, ya fallecido. Declaración que coincide con otro de los vecinos, que ha explicado que esa misma persona era quien iba a la frutería que tenía para venderle, aunque ha reconocido que alguna vez también ha acudido a la finca a comprarlo.

De otro lado, otra de las afectadas ha afirmado que el queso llegó a su casa porque su padre lo había comprado en la puerta de un bar, mientras que otro de los perjudicados ha declarado que se lo compró a dos personas mayores que aseguraban que el queso provenía de la finca El Coscojal. No obstante, ha negado que fueran alguno de los dos procesados.

Sin embargo, esta persona ha dicho que compró en tres o cuatro ocasiones y que enfermó pasado un mes y medio desde que se comió el último. Ha explicado que a veces lo adquiría por compras directas a estos dos hombres, pero en ocasiones también lo compraba en el bar pasados unos días tras haberlo encargado.

Por estos hechos, el fiscal pide cuatro años de cárcel para cada uno de los acusados, al considerar que I.M.M. era propietario de 111 cabezas de ganado caprino en el periodo comprendido entre el inicio del segundo semestre de 1998 y abril de 1999. Sin embargo, desde el 4 de junio de 1997, ninguna de las reses había pasado los preceptivos controles sanitarios de periodicidad anual.

Esta situación, según el ministerio público, "propició que entre la cabaña se desarrollase la enfermedad conocida como brucelosis". Con la leche procedente de las cabras, R.R.L. y suegro de A.F.F., ya fallecido, procedieron a elaborar queso fresco y a comercializarlo "sin pasar control sanitario alguno".

De este modo, vendieron el producto por bares, tiendas y de puerta en puerta, lo que hizo que la bacteria se propagara sin control por la localidad a un centenar de vecinos. Los afectados empezaron a sufrir fiebres intermitentes, dolor de cabeza, debilidad, sudor profuso, escalofríos y dolores generalizados.

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