Italia, irritada por la decisión francesa de fusionar GdF y Suez

Italia mostró ayer su irritación con Francia por el anuncio de fusión entre los grupos Gaz de France (GdF) y Suez, que se ve como una medida para frenar el interés de la eléctrica italiana Enel por la propia Suez. Las críticas a París, que anunció el sábado fusión a través del primer ministro Dominique de Villepan, han llegado de todos los frentes ante lo que se considera una inaceptable actuación proteccionista y algunos sugieren que se responda con la misma moneda.

La empresa de servicios Suez estaba en el punto de mira de la energética italiana Enel, cuarta en Europa, pues la francesa es matriz del grupo belga Electrabel, una de las opciones de Enel para su expansión en Europa, y se preveía una OPA inminente.

El Gobierno, enfadado

Desde el Gobierno de coalición de centroderecha, el ministro de Industria, Claudio Scajola, dijo que "no se pueden violar las leyes del libre mercado en Europa" y agregó que hay pensar "si las reglas de la competencia están aún garantizadas, o si, en esta Europa, los gobiernos piensan intervenir con las finanzas públicas para proteger el mercado".

Sacajola anuló la entrevista fijada para mañana con su colega francés de Industria, Francis Loos, al no darse "las condiciones para un encuentro" en el que se hablaría de temas energéticos.

El ministro de Trabajo, Roberto Maroni, de la federalista Liga Norte —tradicionalmente crítica con la UE—, cargó más las tintas ante la actitud francesa, pues demuestra que "Europa está muerta", por lo que hay que "comportarse en consecuencia", defendiendo "los propios intereses" y liberándose del "vínculos europeos".

Desde el principal partido de la oposición, Democráticos de Izquierda, su secretario Piero Fassino, dijo esperar que se produzca "una iniciativa fuerte y determinada" de la Comisión Europea para que "se hagan valer normas comunes" que aseguren a todos los países y las empresas "los mismos derechos".

OPA muerta antes de nacer

El diario italiano "Corriere della Sera" indica, según "fuentes oficiosas", que el plan de Enel preveía una opa contra Suez de 48.000 millones de euros.

La operación estaría basada en el compromiso del grupo francés de saneamiento y servicios de agua Veolia para comprar las actividades no eléctricas de Suez, por unos 20.000 ó 30.000 millones de euros, y así Enel quedarse con Electrabel, que está presente en Italia a través de la firma Acea.

Italia se duele aún más de la actitud francesa después de que el banco galo BNP-Paribas lanzara el mes pasado una opa para controlar la Banca Italiana del Lavoro (BNL), en pleno intento de compra encabezado por la aseguradora Unipol, operación investigada por la Justicia.

El Gobierno tiene que adoptar contramedidas, "si es necesario, contra las empresas francesas, que están intentado poner un pie" en los bancos, ferrocarriles y otros importantes sectores italianos", según los democristianos de la UDC, en el Ejecutivo.

Una posible venganza

La italiana Asociación de Usuarios de Banca (Adusbef) ha pedido, por su parte que, como respuesta a París, se bloquee el intento de compra de BNL por BPN-Paribas.

Desde medios económicos, el presidente de la empresa energética Edison, Giuliano Zuccoli, apuntó que el Gobierno de Berlusconi "tendrá que dar una respuesta adecuada" y recordó a París que "una cosa es predicar y otra dar trigo".

También opina sobre el asunto la asociación de agricultores Coldiretti, para recordar que mientras Francia pone obstáculos a Enel, la multinacional gala Lactalis está diseñando la compra de la agroalimentaria italiana Galbani, que es "un referente" para el sector lácteo del país.

"Servida la OPA a la parisiense" escribe el diario económico "Il Sole 24 Ore", que acusa a Francia de hacer, una vez más, "el doble juego. Ha bloqueado el camino a Enel (...), cuando sus empresas se mueven en el extranjero", y lo ha hecho además "poniendo en la mesa su carta favorita, el comodín seguro y ganador: el Estado".

La viga en el ojo propio

Sin embargo, convendría poner en perspectiva las quejas italianas, ya que el propio Gobierno italiano se ha caracterizado a su vez por poner todas las trabas posibles a las adquisiciones de empresas locales por parte de compradores extranjeros.

Éste fue el caso de la oferta del banco español BBVA por la Banca Nazionale del Laboro (BNL), que se fue al traste el pasado julio (y que luego ha dio lugar al escándalo actualmente investigado de Unipol), o la posterior compra de la Banca Antoniana Popolare Veneta (Antonveneta) por el holandés ABN Amro, que se convirtió en un vía crucis de siete meses para el banco holandés gracias a los nada disimulados esfuerzos de Antonio Fazio, el gobernador del Banco de Italia (luego se vio obligado a dimitir), para que el banco quedara en manos italianas.

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