Es el caso de Villar del Arzobispo, Requena, Bèlgida y Picassent (aunque estos dos últimos tienen lugar un poco más adelante, en marzo).

Tras la prohibición de celebrar el carnaval durante la dictadura de Franco, en 1981 Villar del Arzobispo rescata del olvido esta tradición a través de los ancianos del lugar. El Entierro de la Morca (morcilla enorme de cartón que toma como referencia a la famosa sardina), la quema del Tío Chinchoso (muñeco que representa los valores más negativos de un personaje del lugar o de fuera), las murgas o comparsas y las botargas (nombre que se da al disfrazado con utensilios y ropaje agrícola) toman las calles de esta población de la Serranía.

Aunque la fiesta comienza el jueves, el sábado es el día más esperado de la celebración: el desfile de carnaval y el Entierro de la Morca son los actos más multitudinarios de esta celebración que, sin duda, en su 25 aniversario convocará a un número considerable de curiosos.

Por su parte, el carnaval de Requena también conserva el sabor de la tradición, representado por el Rey de Cepas (cuya proclamación tienen lugar hoy) y el Judas Colgado (domingo), muñeco de trapo y paja que, repleto de golosinas a modo de piñata, hará las delicias de los más pequeños. La fiesta concluirá el domingo con el Entierro de la Sardina, impresionante cortejo fúnebre compuesto por cientos de plañideras que, entonando el Ave Sardina, la acompañarán hasta el lugar de su quema.

* Hoy, mañana y el domingo. Toda la información y programación de la fiesta en: www.carnavalesdevillar.com y www.requena.es

Todo un homenaje a la morcilla de Villar

Uno de los actos más curiosos del carnaval de la localidad valenciana de Villar del Arzobispo es el Entierro de la Morca. Consiste en homenajear a algo tan cotidiano como la morcilla, producto típico de la región.

El tradicional Entierro de la Morca se inspira en el famoso Entierro de la Sardina, pero en Villar del Arzobispo es lógico que el homenaje se le haga a la morcilla, por ser el embutido más característico de la región. La representación consiste en un gran armazón de cartón con forma de morcilla al que se le pinta una cara y se le agrega algún elemento (por ejemplo, un lazo o sombrero). El festejo tiene lugar a medianoche del sábado, con las luces de la calle apagadas. Al homenajeado embutido le acompaña un desfile de antorchas, también un grupo de plañideras y una pequeña banda que interpreta ritmos lentos y frenéticos. La comitiva ‘fúnebre’ llega finalmente a las puertas del local de la comisión , donde será incinerada tras el disparo de un castillo de fuegos artificiales.