La polución de Madrid no procede de África, sino de los tubos de escape. El tráfico rodado y las calefacciones son quienes escupen el dióxido de nitrógeno, que supera lo permitido por la legislación europea.

Algo que ya ocurría antes de que llegase esa masa de aire sahariano, que sólo es responsable de los altos niveles de partículas en suspensión.

Así lo denunció ayer Ecologistas en Acción, que asegura que mientras la capital está a merced de que el viento o la lluvia se lleven a otra parte los contaminantes, su alcalde debería tomar alguna medida inmediata.

A pesar de que en los últimos nueve días el dióxido de nitrógeno y las partículas en suspensión han superado–e incluso doblado– los límites establecidos por Europa, en el Ayuntamiento reina la tranquilidad.

«En Madrid hemos llegado a tener 1.000 microgramos de partículas en suspensión por metro cúbico y la gente no se caía por las calles», aseguró a 20 minutos un funcionario municipal especialista en contaminación. El nivel de aviso a la población está en 150 microgramos.

Los valores más altos de polución se dan de 10.00 a 12.00 en la plaza Luca de Tena, Recoletos y Cuatro Caminos. Reducir el tráfico, la velocidad de los vehículos y el uso de la calefacción parece drástico, pero Milán, Londres y Zúrich ya lo hacen.

Doble de polución en las oficinas

El 91% de las oficinas de Madrid sufre un nivel de contaminación dos veces superior a la exterior y cuatro veces mayor de la recomendable para la salud.

Lo asegura un estudio de la empresa Aire Limpio, realizado en 500 oficinas de la capital durante 2005, un año en el que la polución interior alcanzó una media de 6,5 millones de partículas por pie cúbico, frente a los 3,2 de 2004.

Estos niveles de polución «están cercanos» a los registrados el pasado viernes al aire libre por culpa de la nube de polvo procedente de África.

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