Es el caso del Trastévere, que desde principios de enero ha cambiado a sus clientes más apegados al cigarrillo por familias con hijos y parejas jóvenes. Todos ellos buscan espacios donde degustar la comida sin tener que soportar el humo del tabaco. «Hemos notado que ha cambiado en torno al 10% de la clientela, pero no hemos llegado a tener pérdidas económicas», explica el encargado.
Otros establecimientos hosteleros, como el Tapasbar, han perdido a los clientes que acudían a tomar el café (normalmente acompañado del cigarrillo), pero, aun así, no han llegado a registrar pérdidas. «Además, es una apuesta de futuro», indica María José, la encargada.
Ceniceros a las puertas
Los responsables del Fresc Co decidieron facilitar aún más el acceso al restaurante. Han instalado ceniceros a las puertas del establecimiento, de manera que los clientes pueden salir a echarse un pitillo sin molestar al resto de comensales.
Los restaurantes que deciden convertirse en espacios sin humo se ahorran además el coste de habilitar una zona sólo para fumadores (unos 12.000 euros).
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