Ha pasado cientos de veces: aparcar el coche a toda prisa en zona azul, no tener suelto para los parquímetros (que no dan cambio, ni admiten tarjetas de crédito, ni billetes) y ningún comercio o vecino a la redonda al que poder preguntar por unas monedas.

Hasta este verano, la solución a este pequeño-gran problema eran las tarjetas prepago. Una suerte de fichas que se podían pedir a cualquier controlador, totalmente gratuitas y recargables hasta 15 euros. Con ellas se consumían los minutos justos de parquímetro y daban incluso la posibilidad de anular sanciones.

Sin embargo, este agosto, las empresas encargadas del SER, por orden del Ayuntamiento de Madrid, empezaron a anularlas. La razón: habían detectado tarjetas falsificadas. Por seguridad, no se avisó a ningún madrileño de la decisión: "Había que evitar dar ideas a los falsificadores", explican fuentes del Área de Movilidad. Además, a día de hoy tampoco se reparten fichas nuevas porque las falsificaciones se siguen dando y el Consistorio todavía no ha encontrado la manera de combatirlas.

No se sabe cuántas tarjetas habrán sido eliminadas hasta el momento, ya que se reparten sin preguntar datos, pero los propios controladores del SER estiman que deben ser miles: "Cada día, desde que se empezaron a cancelar, nos llegan una o dos personas preguntando enfadadas por este tema", explica a 20 minutos Laura Muñoz, portavoz de CC OO en el colectivo.

Son los propios dispositivos de pago los que detectan las falsificaciones y cancelan automáticamente las cartulinas, por lo que aún sigue habiendo anulaciones. Pero el sistema falla, porque algunas de las fichas bloqueadas "sí funcionan dependiendo del parquímetro que uses", explica Muñoz.

El principal problema, sin embargo, es la falta de información. "Ni siquiera nosotros sabemos decir a los conductores dónde pueden ir a reclamar su dinero", señala una controladora, aunque, según el Consistorio, el saldo de la tarjeta se devuelve en una oficina municipal de la calle Covarrubias (Chamberí). Desde aquí, además, se reparten duplicados de las etiquetas bloqueadas. No obstante, trabajadores de la misma oficina afirman que es un proceso muy lento: "Puede tardarse más de treinta días porque nos están llegando muchísimos requerimientos de este tipo".

Fueron los propios encargados de la recaudación del SER los que detectaron el fraude. Al parecer, algunos parquímetros, donde se cargan las tarjetas, estaban ingresando cantidades superiores a las que luego aparecían en efectivo en la máquina. Como las fichas no tienen nombre del propietario ni código de seguridad, resulta imposible reconocer a los dueños de estos dispositivos magnéticos para devolverles su dinero.