La rabiosa madurez de Jesse Malin y The Bellrays se pasea por nuestros escenarios

  • El ex D Generation y la banda de punk-soul, inmersos en una gira.
  • Presentan sendos discos llenos de sutileza e intensidad.
  • Malin toca hoy en Madrid; en Zaragoza y Barcelona compartirán sala.

Qué difícil les resulta cumplir años a ciertos músicos y, especialmente, a sus sufridos fans, que en no pocas ocasiones no entienden por qué alguien tiene que rebajar el tono, los decibelios y la vehemencia al soplar velas, al coleccionar canas y arrugas. El caso de los dos nombres que nos ocupan puede conducir al equívoco atendiendo a sus últimos álbumes, ya que su propuesta actual es indiscutiblemente más suave, menos desbocada que hace unos años, pero por suerte sobre un escenario siguen ajustando cuentas y entrando en erupción.

Jesse Malin, que en los 90's lideró uno de los secretos mejor guardados de esa década, además de una de las mejores bandas de punk de todos los tiempos, D Generation, provocó división de opiniones con su carrera en solitario, iniciada en 2002. La evidente pérdida de agresividad que exhibía con su banda, y su acercamiento al rock más melódico e introspectivo de músicos como Ryan Adams, disgustó a mucho fan purista. Era comprensible, la frenética emoción de una joya como No Lunch fue incapaz de capturarla en la citada tarjeta de presentación, The Fine Art Of Self Destruction. Su aire de cantautor torturado descolocó, cuando no exasperó.

Pero Malin, ajeno al debate creado en torno a su figura, mantuvo las constantes en sus posteriores trabajos. Y justo es reconocerle que en 2007, con su Glitter In The Gutter, sorprendió a mucho escéptico con la obra más recomendable que haya firmado desde aquel apotéosico Through The Darkness de 1999, su canto del cisne con D Generation. Era su tercer disco en solitario, y el neoyorquino demostró que, arrebatos de nostalgia aparte, podía seguir conmoviendo con ese sonido más domesticado. Su paso por España, además, reveló que de energía y carisma andaba más que sobrado.

Así las cosas, y tras un discreto álbum de versiones, Malin irrumpió en 2010 con un interesante disco llamado Love It Lo Life. Algún entusiasta ha querido catalogarle como el disco más cercano en espíritu a D Generation, y aunque el tono general del álbum no dista demasiado del resto de su andadura en solitario, trallazos como Burn The Bridge o Black Boombox les cargan de razones. La banda que le acompaña (St. Marks Social), además, inyecta una moderada pero agradable tensión a temas como All The Way From Moscow.

Por cortesía de Heart Of Gold, Malin se encuentra de gira ahora mismo por nuestro país, queriendo tapar bocas y disipar dudas. El viernes 12 de noviembre toca en Madrid (Charada Coronita Jukebox). El sábado 13, en Zaragoza (López). Barcelona (Apolo 2), el domingo 14, cerrará la visita del ex D Generation a España. En los dos últimos conciertos compartirán escenario, por cierto, con los siguientes protagonistas del artículo: The Bellrays.

Aunque con evidentes salvedades, The Bellrays han provocado controversias similares a la de Jesse Malin en estos últimos años. Su primera época, sublimada con el mortífero Grand Fury, de 2000, no admitió discrepancias. Su combinación de punk, rock y soul fue tan maravillosamente asilvestrada e insobornable que ningún fan se quejó. Pero a lo largo del siglo la banda fue abrazando cada vez más sin contemplaciones los sonidos negroides en detrimento de los aluviones de decibelios y riffs de sus primeros tiempos.

Lisa Kekaula, su temperamental vocalista, y a tenor de lo ofrecido en álbumes como Hard, Sweet And Sticky y su flamante The Black Lightning, parece haber escorado a esta banda, con la complicidad del guitarrista Bob Vennum, a terrenos más próximos a Tina Turner, Curtis Mayfield y Etta James que a los Stooges o Black Flag. La banda, no obstante, pese a no sonar con tanta urgencia y desgarro, y quizá no resultar tan excitantes como hace una década, no ha traicionado ni a su legado ni a sus fans. La prueba de ello son sus directos, donde Kekaula y compañía siguen ofreciendo actuaciones al filo y rebosantes de intensidad.

Su aire soul es más evidente que nunca, la sensualidad de muchos de sus temas no incitan a un pogo sino a un deleite más sutil, pero huelga decir que The Bellrays no se han convertido en un grupo comandado por una florecilla inofensiva que recita estrofas asépticas para encajar en la MTV.  También con la colaboración de Heart Of Gold, la banda californiana nos rinde visita estos días. Los conciertos pendientes en nuestras fronteras se celebrarán en Zaragoza y Barcelona, junto a Jesse Malin, y en las salas y horarios citados anteriormente.

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