Dos astrónomos del IAC descubren que las moléculas con forma de balón de fútbol son comunes en el espacio

Millones de diminutos 'balones de fútbol' galácticos flotan en el espacio exterior según han podido detectar los investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) Aníbal García-Hernández y Arturo Manchado que han liderado el equipo internacional de astrónomos que ha hallado enormes cantidades de las llamadas buckyesferas en el espacio gracias al telescopio espacial Spitzer, de la NASA, según ha informado en un comunicado el Astrofísico de Canarias.

Los investigadores han encontrado estas pequeñas moléculas de carbono con forma de pelotas de fútbol, también denominadas fulerenos, entorno a los restos de tres estrellas en la Vía Láctea y en otra galaxia cercana. "Resulta que las buckyesferas son mucho más comunes y abundantes en el universo de lo que inicialmente se creía", ha dicho García-Hernández, primer autor del estudio que acaba de publicar The Astrophysical Journal Letters.

"El Spitzer había descubierto recientemente estas moléculas en una ubicación específica, pero ahora las hemos visto en otros entornos, alrededor de estrellas comunes, como nuestro Sol, hacia el final de sus vidas. El hallazgo tiene implicaciones importantes para entender la química de estas moléculas orgánicas, e incluso de la que hace posible la vida. Es posible que las buckyesferas del espacio exterior proporcionaran las semillas para la vida en la Tierra", ha explicado este astrónomo del IAC.

Las buckyesferas o fulerenos están hechos de 60 átomos de carbono ordenados en estructuras esféricas tridimensionales. Sus patrones alternativos de hexágonos y pentágonos coinciden con el diseño de una típica pelota de fútbol blanca y negra. Recibieron su nombre porque recuerdan a las cúpulas geodésicas del arquitecto Buckminster Fuller, que tienen círculos entrelazados en la superficie de una esfera parcial.

Estas moléculas fueron descubiertas en un laboratorio terrestre hace 25 años, hazaña que les valió el premio Nobel de Química de 1996 a los profesores Harry Kroto y Richard Smalley. Sin embargo, hasta el pasado julio el telescopio espacial de la NASA Spitzer no consiguió detectar pruebas de su existencia en el espacio. En ese momento, los investigadores responsables del descubrimiento pensaron que la presencia de estas esferas, las moléculas más grandes conocidas en el espacio, debía ser un fenómeno excepcional y aislado.

Sin embargo, los nuevos estudios del Spitzer han demostrado que los fulerenos son mucho más comunes en el espacio de lo que se creía. Los astrónomos los descubrieron alrededor de los restos de tres estrellas como el Sol, llamadas nebulosas planetarias, en la Vía Láctea. Las nebulosas planetarias están compuestas por restos de estrellas que se desprendieron de sus capas exteriores de gas y polvo a medida que envejecían.

Contra teorías anteriores

Las nebulosas planetarias son conocidas por ser ricas en hidrógeno. Esto contradice lo que los investigadores han pensado durante décadas: que, como en el caso de los fulerenos que se obtienen en laboratorio, el hidrógeno inhibe la formación de estas grandes moléculas carbonadas. El hidrógeno contaminaría el carbono, provocando que formara cadenas y otras estructuras en lugar de las esferas, que no contienen nada de hidrógeno.

García-Hernández ha señalado: "Ahora sabemos que los fulerenos y el hidrógeno coexisten en las nebulosas planetarias, lo que tiene importantes implicaciones en el mecanismo de formación y la química de estas enormes moléculas orgánicas".

Los astrónomos también encontraron buckyesferas en una nebulosa planetaria de una galaxia cercana llamada Nube Pequeña de Magallanes. Este hallazgo supone la primera detección extragaláctica de estas moléculas y fue particularmente excitante para el equipo porque, en contraste con las nebulosas planetarias galácticas, la distancia a esta galaxia es conocida con exactitud. Conocer la distancia hasta la fuente de los fulerenos cósmicos significaba que los investigadores podían calcular su cantidad: el 18 por ciento de la masa de la Tierra, o 15 veces la masa de la Luna, lo que supone un buen número de pequeñas esferas.

Las implicaciones de este estudio son de gran alcance. Los científicos habían especulado en el pasado con la idea de que los fulerenos, que podían actuar como jaulas para otras moléculas y átomos, podrían haber llevado sustancias hasta la Tierra que habrían impulsado el comienzo de la vida. Las evidencias de esta teoría proceden del hecho de que las buckyesferas han sido encontradas en meteoritos portando gases extraterrestres.

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