Lydia Lunch: "Soy una yonqui de la guerra, porque la guerra y la opresión nunca se acaban"

Dinamitera histórica del spoken word y la música bruta, exiliada en Barcelona por el «fascismo» de los EE UU, autora de un libro en el que se presenta como «ególatra» y «alienígena», feliz de aceptar su «hombría» y su «hiperfeminidad», protestona con razón y motivo... Te presentamos a Lydia Lunch.
Lydia Lunch
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Richard Kern
Lydia Lunch

Esta revista hace llegar al buzón electrónico de Lydia Lunch una lista de preguntas. Al día siguiente llegan las respuestas. Aunque pocas primeras figuras cultivan el valor de la puntualidad, no es esto lo único notable. La contestación viene encapsulada en un archivo mp3 de casi 6 MB y más de 12 minutos de discurso. Tocas el play y una voz grave, trastornada por un efecto de eco, dice: «Ésta es tu entrevista. Ésta es Lydia Lunch». La voraz Reina de Siam, la vertiginosa madrina de la Música Bestial y Miserable, habla como declamando desde un templo hermético.

«¿Que si todavía me mueven la pasión y la adrenalina? Son las 5:00 de la madrugada y estoy contestando a esta jodida entrevista. Supongo que algo de pasión conservo. Y algo de adrenalina también...». Al fondo, sobre la estática del archivo de audio, el rumor del escaso tráfico urbano... Múltiple e imparable, de huella perenne desde los años de la no wave de Nueva York, Lunch (Rochester, EE UU, 1959) vive ahora en Barcelona. De aquí a fin de año será noticia. El día 14 inagura una exposición de fotos en Valladolid. El 30 actúa en Málaga; el 6 de noviembre, en Tenerife, y el 11 y 12 de diciembre, en Madrid. Este mes llega a las librerías su primer libro en castellano, Medidas desesperadas (Libertos), donde habla de sí misma, con un riguroso nihilismo, como «una ególatra femme bot alienígena que seguirá al pie del cañón a pesar del inminente colapso de mi propia salud física y mental».

Nadas entre dos aguas, la música y la palabra. ¿Cuál es más turbulenta?

Supongo que soy un tiburón... La música está siempre ahí, al servicio de las palabras. Seduces más con la música y, al tiempo, puedes ser agresiva en extremo... Ambas son importantes por igual, pero todo comienza con la palabra. No tengo problemas con ninguna de las dos. Me gusta usarlas para crearle problemas al público.

Ni siquiera Wikipedia logra definirte. Usa estos géneros con tu trabajo: no wave, post-punk, avant punk, punk jazz, spoken word... ¿Añadirías alguno más?

Rock experimental con un poco de jazz noir. Lo único que tengo de punk es la actitud. Me considero parte de la no wave porque está más allá de los géneros y las definiciones.

La adrenalina que tanto reivindicas es también la droga de los soldados, los yonquis de la guerra. ¿Te consideras uno de ellos?

Soy una yonqui de la guerra porque la guerra nunca se acaba. He estado protestando contra la guerra desde los tiempos de Ronald Reagan, es decir, desde hace más tiempo que la edad de gran parte de los lectores de este artículo. Debí empezar a protestar antes, pero estaba demasiado obsesionada conmigo misma...

Vas a exponer una colección de fotos en Valladolid. Se titula, precisamente, La guerra nunca se acaba...

Así es. La guerra de clases nunca termina. España lo sabe bien, por eso ha luchado tanto y tan duro. Respeto a los anarquistas por eso... La guerra y la opresión no se acaban. Hay tantos enemigos —en este gobierno, en aquél—, injusticia, pobreza, ignorancia, falta de respeto, violencia contra las mujeres y los niños... Estamos en el infierno. Nos anulan con las comodidades modernas para que creamos que somos libres. Quieren que pensemos que lo que consumimos o compramos es lo que enaltece nuestras vidas. Lo hacen para que seamos esclavos del todopoderoso dólar. Ése es el problema.

Has hablado alguna vez sobre la posibilidad de una mujer en la Casa Blanca. ¿Piensas que cambiaría algo?

Mujer u hombre, blanco o negro, republicano o demócrata... Todos son marionetas de la corporocracia. Son más ricos de lo que cualquiera de nosotros será jamás, son peones en el juego de las megacorporaciones que gobiernan y controlan el planeta y lo están convirtiendo en una prisión, en un planeta-cárcel.

¿Qué opinas sobre Obama?

Es la marioneta beis.

¿Por qué dejaste los Estados Unidos para establecerte en Europa?

¿Por qué España en concreto? Porque este país salió hace 30 años del fascimo mientras los Estados Unidos entraban en el fascismo. Pero el mundo entero es un gueto... No voy a desaparecer. Soy una superviviente. No podía soportar el componente psicótico de mi país, la obsesión con el crimen, la hipocresía de la democracia... Tienes razón, el mundo es un gueto, pero el fin se acerca cada vez más [ríe].

¿Y tú asistirás al espectáculo desde Barcelona?

Es una ciudad con una atmósfera cotidiana mucho más positiva que la de Londres, París o Nueva York. Me refresca vivir en un lugar sin presiones, donde la gente está más relajada. A pesar del desempleo, me gusta la historia de esta ciudad, incluso el sufrimiento y el horror.

¿Crees en la posibilidad de una revolución?

La revolución será televisada pero, por desgracia, sólo en mi ordenador.

En Medidas desesperadas dices que naciste «rodeada de muerte», que «flirteaste» con ella y que, «aburrida de las expectativas», decidiste llevar una «vida extrema». ¿Qué veneno llevas dentro?

El vitriolo de la filosofía, supongo. No espero nada de nada, no doy nada por supuesto.

¿De eso va el libro? ¿Por qué debería leerlo un potencial comprador?

Porque les gustará recibir un puñetazo en la tripa y un beso al aire, porque necesitan una dosis de realidad, porque trata de una experiencia íntima...

Uno de tus escritores favoritos, Emile Cioran, dijo: «Todo indica que venimos al mundo para no hacer nada». ¿Estás de acuerdo?

Quizá no importe tanto lo que hacemos. Creo que tenemos una buena oportunidad de entrar a matar y debemos aprovecharla.

Otra cita de Cioran: «Somos impostores para soportarnos los unos a los otros». ¿Cuándo te has sentido una impostora por última vez?

Como tantos, tengo muchas caras, pero, al contrario que muchos, no tengo miedo de ser esquizofrénica o contradictoria, ni de aceptar tanto mi hombría como mi hiperfeminidad... Se me acaban las pilas del ordenador, así que voy a dejarte. Creo que fue Cioran quien dijo que el mundo era pura geometría corriendo desnuda. Gracias. Buenas noches.

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