Según dicho programa, los espías empleaban una falsa piedra para esconder un aparato transmisor. Lo dejaban en una calle de Moscú y era recogido durante la noche por su contacto ruso, que cargaba información confidencial en el aparato. Más tarde, los agentes británicos volvían a por él para recuperar estos datos secretos. Los implicados son cuatro diplomáticos británicos y un ciudadano ruso reclutado por los servicios secretos del Reino Unido que ha sido detenido. «Puedo confirmar que lo mostrado era cierto y se basaba en nuestra información», aseguró el portavoz de la FSB.
En el Reino Unido se mostraron «sorprendidos y preocupados» ante tal acusación. Aunque el primer ministro, Tony Blair, no quiso hacer ninguna declaración al respecto, el Ministerio de Exteriores negó las informaciones y puntualizó que es de sobra conocido el apoyo financiero de su país a ONG rusas en materia de Derechos Humanos y sociedad civil. «Toda nuestra ayuda es facilitada de manera abierta y tiene el objetivo de apoyar el desarrollo de una saludable sociedad civil en Rusia».
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