El verano que acaba de finalizar ha dejado en Valencia temperaturas inéditas, como los 43 grados registrados en la capital el pasado 27 de agosto, la máxima registrada desde que se tienen datos en ese mes. Pero ha habido otro fenómeno más constante y menos llamativo que ha incidido en el sueño: el calor nocturno.
Los expertos llaman noche tropical a aquella en la que los termómetros no bajan de los 20 grados, una dinámica que se agrava en la capital porque los vientos quedan en calma, la humedad se dispara y las temperaturas se vuelven “muy agobiantes”, indican desde la delegación de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en la Comunitat Valenciana.
En total han sido 77 las noches de calor por encima de lo normal, el 85% de las veladas de todo el verano. Pero si a este registro añadimos el denominado efecto isla de calor (acumulación térmica provocada por el asfalto, la falta de brisas por los edificios y el tráfico), la sensación de bochorno es todavía mayor.
Sólo hubo un respiro, indican fuentes de Aemet, durante los meses de mayo y junio, cuando las temperaturas todavía son suaves. De hecho, apenas se contabilizaron cinco noches tropicales, el número más bajo en Valencia desde el año 1994. Esta llegada tardía del calor se vio compensada, no obstante, con el elevado número de noches calurosas el resto del verano.
Cada vez más frecuentes
Las noches tropicales han ido a más en los últimos veranos, según los registros del Centro Meteorológico de Valencia. Otro elemento clave es el viento de poniente, que dispara el mercurio por encima de los 36 grados por el día, y hace aumentar la sensación de calor intenso. Sin embargo, desde Aemet indican que, con este viento, las noches se hacen más soportables.
Efectos negativos para la salud
El límite de temperaturas nocturnas que soporta el cuerpo humano está en 26 grados, según los expertos, pero con una humedad de hasta el 75%. Por encima de este registro, los poros de la piel no pueden transferir más vapor de agua al ambiente, porque está saturado. Así, el cuerpo no da salida al calor, y éste se acumula en el interior. Esto impide conciliar bien el sueño y repercute en el descanso.
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